Opinión | El cuerpo en guerra

La despedida

De fondo suena Jeanette y su ’Por qué te vas’, porque «Todas las promesas de mi amor se irán contigo. Me olvidarás» o ‘A Joni Mitchell con todo mi amor’ de Ricardo Vicente y su «No se te ocurra decir que fuimos poca cosa. Porque no le importa a nadie dónde guardamos aquellos días de gloria. (...) y yo nunca he querido como aquel día», porque escuchar a Los Planetas o a Xoel López provoca lágrimas inmediatas. ‘Y sin embargo’... También estás en las canciones de Sabina y sin ellas no sé sobrevivir. Cómo raspar tu olor pegado al gotelé de las paredes.

Piensas que es más fácil quedarse, pero... ¿cómo seguir en nuestra casa si ya no es nuestra ni casa sin ti? ¿Cómo no pensar en todos y cada uno de tus movimientos y costumbres anclados a cada estancia? ¿Cómo reinventar un hogar y deshacerse y volverse a inventar una misma en los lugares donde un día reímos y creímos ser felices? Marcharse y aguantar o quedarse y aguantar.

Sé que es importante que siga cantando aunque no estés, que no me pierda en el silencio. Es mejor llorar a gritos y subir el volumen de la música, aunque, bah, los vecinos ya saben. Intento no pensar demasiado en tu piel, la más preciada del mundo, o en el poema ‘Ya no’ de Idea Vilariño, aunque reúne todas las palabras en la sucesión adecuada para narrar este desagarro sin desprenderse de la belleza. Al fin y al cabo, como dice Sharon Olds en ‘El salto del ciervo’ que me acompaña en este duelo y del que no consigo separarme: «los dos habíamos hecho nuestro matrimonio, / entre los dos lo liquidábamos» y «Puede que mi cuerpo nunca aprenda / a no anhelarlo, o puede que esto sea / una primera despedida de él, un que-la-vida-nos-separe». En cualquier caso, no llego a atisbar ese momento en el que me devuelvas las llaves, te gires y te marches. No existe una despedida correcta. Y, cuando cruces esa puerta para no volverla a atravesar nunca, a cada cual con su dolor, prométemelo. Cada uno debe hacerse cargo de su dolor sin pensar en el del otro para poder seguir, para sanar algún día o simplemente cauterizar la herida y... seguir. Toca seguir aunque no sepamos cómo. De eso va esto, de seguir siempre, sin importar cuán abismal sea la caída o el dolor. Pese a las despedidas. Pese a todo.

* Escritora

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