Opinión | Cosas

Tristeza de amor

El ‘sanchismo’ ha tarareado en Galicia el jugando a perder has vuelto a ganar, arrimando el ascua al BNG

A pesar de la eclosión de las plataformas, las series televisivas no son ajenas al axioma griego de «nada hay nuevo bajo el sol». Sirven para el testeo cronológico y sentimental de cada hijo de vecino. Por ahí pasan las cartucheras que nos dejaban los Reyes Magos para jugar a Bonanza; el apego incondicional al mundo clásico impulsado por ‘Yo Claudio’. O la banda sonora de gasolineras gracias a las sevillanas que Pepe da Rosa dedicó a J.R. Otra de mediados los ochenta consolidó a Alfredo Landa fuera de la órbita del landismo, en esa línea alejada de la comedia que ya bordó en ‘El Crack’. ‘Tristeza de Amor’, ambientada en un programa radiofónico de medianoche, se recuerda entre otras cosas por la melodía de Hilario Camacho. Su estribillo entonaba en una de sus estrofas aquello de jugando a ganar has vuelto a perder.

¿Era así, o la estrategia socialista en la campaña gallega ha trastocado la letra? El sanchismo ha tarareado en Galicia el jugando a perder has vuelto a ganar, arrimando el ascua al BNG, intentando apurar la baraka de los sorpasos con la alquimia de un juego de mayorías cargado por el diablo. En esta ocasión no ha sido propicio el tambor de la ruleta rusa, trastocando el gatillo por el gatillazo. Dentro de unas décadas, la historiografía podrá adoptar diversas posiciones con la figura de Pedro Sánchez, pero entre sus opciones no primará la indiferencia. La línea más descarnada apuntará al líder que volatizó unas siglas centenarias, mientras corrientes más mesuradas ensalzarán por su audacia la capacidad de estirar lo inevitable. En Europa, el poderío de los partidos socialistas ha menguado tanto o más que las vocaciones religiosas. En Francia, el auge y caída de Hollande suena como una cantata medieval acompañada de una zampoña. Los esplendores del Partido socialista italiano se fueron con el fantasma de Bettino Craxi. Y al Pasok griego lo desarboló el rescate y los desmanes internos. Fuera de la socialdemocracia alemana, la arenga frente a tanto velorio socialista tiene letra de Siniestro Total: Menos mal que nos queda Portugal, y eso que el grupo de la ría viguense contempla cómo el Bloque de Pontón también les ha quitado la hegemonía en los dominios de Abel Caballero, acaso para mayor ego del alcalde de la Navidad. Para profetas en su propia tierra, esa izquierda de la izquierda, con una Yolanda Díaz que se ha refugiado en Madrid para ponerle unas velas a esos escaños tan errabundos como la Santa Compaña.

No puede gobernarse un país etiquetándose en la frente la condición de segundones. Se ha conjurado hacer de la necesidad una virtud como una arenga militar, sin tener presente que la deseosa plasticidad política también tiene su punto máximo de elasticidad. Ello pasa por la coherencia y la solidaridad interterritorial. Mal está asociar la igualdad con la uniformidad, sabiendo además la diversidad de los pueblos de España. Peor resulta entibar el poder con ese brujuleo de personalizar las leyes para tonificar impunidades y restregar privilegios. Mal está orear la liturgia de la España libre -aunque se oculten la patas de una y grande-, pero en la tierra del dictador ferrolano los aguiluchos verdes de Abascal se han batido en retirada. Peor está articular el poder jugueteando con los reinos de taifas, fortaleciendo el entreguismo para debilitar la cohesión. A base de arcanos demoscópicos se ha dinamitado la masa electoral tradicionalmente empática con los argumentos socialistas, lo cual supone una carambola de frustración, desidia y una moral alicaída para presentarse como un partido con sentido de Estado. Los populares están eufóricos con el onomatopéyico pepepé de una samba. El tiempo acompaña al PSOE para escuchar a Hilario Camacho. Pero como no espabilen, ni siquiera podrán canturrear el ‘Sobreviviré’ de Mónica Naranjo.

*Licenciado en Derecho. Graduado en Ciencias Ambientales. Escritor

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