Opinión | TRIBUNA ABIERTA

Calladitos sobre impuestos y financiación

Poco espacio y tiempo han ocupado y ocupan los debates más cercanos al ciudadano

Sostiene uno de los políticos que de verdad se presenta a las elecciones del 28M, el valenciano Ximo Puig, que la campaña previa al examen en las urnas se ha «desnaturalizado» porque no es el momento de los jefes de los partidos, sino de los que quieren gobernar autonomías y ayuntamientos. «Ahora no nos jugamos si va a ser presidente Sánchez o Feijóo», se ha quejado quien aspira a la reelección y se la juega frente al popular Carlos Mazón en una de las comunidades donde la gobernabilidad está en el aire.

No es el único candidato o candidata que se queja de esto. Hay incluso quien como Isabel Díaz Ayuso, en Madrid, ha demostrado que si le conviene se puede nacionalizar una campaña y seguir siendo la protagonista, sin por ello tener que ceder demasiado espacio en los escenarios a su líder o, incluso, atreviéndose a ponerle peros si lo considera necesario, como ha hecho ella con Alberto Núñez-Feijóo en el asunto de la ilegalización de Bildu.

En El Periódico de España abrimos la campaña electoral advirtiendo de que Sánchez y Feijóo querían y se procurarían foco social y mediático. Que los mandamases de PSOE y PP se planteaban el camino hacia los comicios de mayo como una primera vuelta de las generales, las elecciones que han de celebrarse a finales de año para decidir, en ese momento sí, quién se instala o permanece en La Moncloa.

El paso de las jornadas nos ha dado la razón y las docenas de anuncios que ha hecho el presidente del Gobierno –casi todos de carácter nacional y dependientes de la aprobación en Consejo de Ministros, no de gobiernos autonómicos y locales– se han ido entrelazando con la polémica y sus derivadas del error en las listas de Bildu, salpicadas de nombres ligados a ETA.

Poco espacio y tiempo han ocupado y ocupan los debates más cercanos al ciudadano, los que tienen que ver con las competencias cedidas por el Estado en materia de educación, sanidad, transportes... ¿y del dinero para dar el mejor servicio público posible? ¿Cómo puede ser que en una campaña electoral de estas características no se estén confrontando modelos fiscales o se reclame hasta la saciedad una reforma de un sistema de financiación autonómica que lleva ya diez años caducado y que, además, está comprometida con Europa?

No sé si lo recuerdan, pero hace unos meses los políticos españoles consideraban que no podíamos pasar un día más sin debatir en bucle en torno al impuesto del patrimonio. En comunidades como Andalucía o Madrid, y también en la Comunidad Valenciana, se agitaron los discursos ligados a la fiscalidad porque las autonomías, como los ayuntamientos, tenían mucho que decir sobre si el dinero estaba mejor en el bolsillo del ciudadano en un momento de altísima inflación o en las arcas públicas, a fin de garantizar determinadas prestaciones.

Ese debate es, sin duda, fundamental. Y oportunísimo en medio de una campaña electoral previa a comicios autonómicos y municipales. ¿Y? Pues que los jefes de PSOE y PP, mirando además de reojo lo que hacen los partidos a su derecha y a su izquierda, respectivamente, por si el día 29 de mayo hay que empezar a negociar en busca de mayorías según dónde, están ahora en otra onda: la suya. La que obedece a sus nombres propios y a sus posibilidades para las legislativas.

El duelo Sánchez-Feijóo ya lo ocupa todo. Es «injusto», clama el valenciano Puig. Quizá. Pero es lo que hay.

*Periodista 

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