Opinión | PARA TI, PARA MÍ

A los 25 años de la visita de Juan Pablo II a Cuba

El Papa se fue y la dictadura cubana prosiguió su camino de control, persecución y recorte de libertades

Un cordobés que brilla con luz propia en el ancho campo de los afanes histórico-literarios, Rafael Cerrato ha publicado un libro en la conmemoración de los 25 años de la visita del papa Juan Pablo II, a Cuba. Su presentación tuvo lugar el pasado martes, 25 de abril, en el salón Julio Romero de Torres, del Círculo de la Amistad, y corrió a cargo de Juan José Primo Jurado, quien trazó una semblanza detallada y precisa del escritor, deteniéndose en sus libros publicados, especialmente los que tienen relación con Córdoba, y particularmente, con el que ha dedicado a la visita del papa Juan Pablo II, a Cuba, en este año, cuando se cumplen ya 25 años. Juan José destacó la grandeza de Rafael Cerrato, al seleccionar y dar a conocer importantes verdades históricas, que aunque hayan permanecido en la sombra, son esenciales para comprender el momento presente. El libro relata con gran documentación y amena narración los cinco días del viaje de Juan Pablo II a Cuba, del 21 al 25 de enero de 1998. Los discursos, el ambiente popular, los encuentros con las autoridades del régimen y con la iglesia cubana. Asimismo explica, detenidamente, los entresijos y antecedentes diplomáticos de la preparación de la visita del primer Papa a una dictadura comunista en América: los encuentros de Navarro Valls, portavoz de la Santa Sede, con el gobierno cubano, el encuentro de Fidel Castro y Juan Pablo II en el Vaticano el año anterior. Y explica las causas y consecuencias del viaje: Fidel Castro, necesitado de un apoyo exterior tras la caída de la URSS que le aliviase el bloqueo estadounidense, pensó que el Papa era la mejor opción y el Sumo Pontífice quería llevar los aires de libertad a Cuba, como antes los llevó a Polonia y la Europa del Este: «Que Cuba se abra al mundo y el mundo se abra a Cuba», fue el gran eslogan del gran Papa comunicador de la visita, que Castro vendió como un apoyo al levantamiento del bloqueo. Sin embargo, y a pesar de la cordialidad que tuvo el régimen castrista con Juan Pablo II, éste no logró traer la ansiada libertad al país: el régimen comunista cubano controlaba muchísimo más la sociedad que el polaco, donde la lucha del sindicato Solidaridad había abierto una brecha en la dictadura, y además, la oposición básicamente estaba en el exilio y dentro de la iglesia cubana no existía la unidad que tenía la polaca. El Papa se fue y la dictadura cubana prosiguió su camino de control, persecución y recorte de libertades. Algunos periódicos concentraron en una frase estos resultados: «No pudo ser».

Sin embargo, a pesar del paso de los años, un puñado de mensajes clarividentes, proclamados y ofrecidos por Juan Pablo II, continúan grabados en las mentes cubanas de varias generaciones. El primero de todos, repetido tres veces desde su llegada al aeropuerto, y sin duda, el de mayor urgencia para el pueblo cubano: «Ustedes son y deben ser los protagonistas de su propia historia personal y nacional», El segundo, «Cuba, cuida a tu familia para que conserves sano tu corazón». Y el tercero, «Cristo es la vía que guía al hombre a la plenitud de sus dimensiones, el camino que conduce hacia una sociedad más justa, más libre, más humana, más solidaria». El libro de Rafael Cerrato recoge espléndidamente todo lo que dijo Juan Pablo II, en Cuba, que han quedado para la historia. Desgraciadamente, sus llamadas no cristalizaron ni se convirtieron en realidad, por la férrea y totalitaria fuerza política de una doctrina que busca centralizar por completo el poder, eliminando y sofocando libertades y dignidades humanas. «Todos quisiéramos que en Cuba reinara el amor entre sus hijos, un amor que cicatrice tantas heridas abiertas por el odio, un amor que estreche a todos los cubanos en un mismo abrazo fraterno, un amor que haga llegar para todos la hora del perdón, de la amnistía, de la misericordia». Este deseo ardiente de Juan Pablo II, esta llamada realizada en uno de sus discursos, quedó varada por el régimen y así continúa a pesar de tantos años. Nuestra enhorabuena a Rafael Cerrato, no sólo por sus libros presentados, sino por ese amor a Córdoba y a su historia, que dejó traslucir en sus palabras sencillas y profundas, con un intenso aroma de libertad y de bien.

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