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Historia en el tiempo

José Manuel Cuenca Toribio

El historiador en su laberinto

La primaria y secundaria en las naciones europeas arrojaba un saldo irrefrenablemente menguado

Perdón por iniciar estos renglones apresurados con una insignificante alusión personal. 61 años como profesor numerario de Historia Moderna y Contemporánea en seis Universidades españolas --Sevilla, Madrid, Navarra, Barcelona, Valencia y Córdoba-- y toda una existencia de galeote de la pluma no le preservan al articulista de un desconcierto casi total enfrentado con la incesable promulgación ministerial de planes en extremo innovadores acerca de la enseñanza de la Historia en los diferentes grados de la docencia.

Desde el tardofranquismo, el homérico personaje de Penélope gozó de una indisimulable simpatía del lado de las autoridades docentes. Una desmesurada proporción de los trabajos elaborados por sus gabinetes concernió con tan generosa holgura a proyectar y establecer planes de estudio de enjundiosa inventiva y holgado presupuesto que la misma dictadura se declaró en ocasiones desconcertada por tan rica inventiva. En tal línea, los ministerios presididos por D. José Luis Villar Palasí y D. Julio Rodríguez rompieron de manera espectacular los cánones y reglas de un poder poco inclinado por los cambios y revoluciones siquiera fuesen de terciopelo.

En dicho terreno, la bienvenida Transición no implicó ninguna ruptura destacada: antes bien supondría una aceleración sustancial del ritmo reformador en todas las dimensiones de una materia que cada mes acrecentaba su trascendencia, en una colectividad progresivamente sensibilizada con su importancia cara a la profundización democrática y al progreso social.

Por dichos raíles se encauzaron afortunadamente algunas de las principales tareas de una cartera ministerial rectorada en dicha etapa por diversas mujeres. A la altura, sin embargo, de los inicios del III Milenio quedó claro para la opinión pública que el ritmo trepidante de la innovación pedagógica no era el más idóneo para asegurar una sólida formación en el estudiantado de los diferentes ciclos, al paso que el cotejo con la enseñanza primaria y secundaria en las naciones europeas más desarrolladas arrojaba un saldo irrefrenablemente menguado, llegando a provocar incluso la alarma en varios organismos de la UE.

En los orígenes inmediatos de la actual y muy amedrentadora coyuntura, es decir, con los gabinetes de Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, el desconcierto mutó en turbación, sin referencias ni parámetros algunos que resistieran en la agenda gubernamental apenas un trimestre. En el caos, el anciano cronista, a la husma de un mínimo anclaje en una navegación por completo desnortada, procuró arribar al puerto por él más conocido, esto es, el de las Humanidades, y, en su interior, el siempre ábrego rincón de Clío. Mas en tesitura tan desquiciada ni siquiera en su antaño sólido recinto halló circunstancias favorables para una serena meditación.

*Catedrático

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