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El ciprés, el árbol de la vida

Esta especie, junto a otras presentes en nuestro entorno urbano, son muy comunes en nuestros jardines

Una de las especies arbóreas que mejor se adapta a las condiciones del clima mediterráneo es el ciprés común o ciprés del mediterráneo ‘(Cupressus sempervirens)’, una especie muy característica de nuestros ecosistemas urbanos desde hace milenios, aunque su origen haya que buscarlo en el este de la cuenca mediterránea. Su nombre, deriva de ‘Ciparissus’, Cipariso en la mitología griega, un joven nacido en la Isla de Ceos, hijo de Télefo, amante del dios Apolo, y convertido a su muerte en un ciprés. Este árbol presenta un porte elevado con copa piramidal compacta y aspecto esbelto, siendo quizás por ello que, desde tiempo inmemorial, se le considera como el mejor acompañamiento de necrópolis y cementerios, y en otros casos como símbolo de hospitalidad.

Esta especie, junto a otras presentes en nuestro entorno urbano ‘(Cupressus macrocarpa’, el cedro de Monterrey y ‘Cupressus arizonica’, el ciprés de Arizona), son muy comunes en nuestros jardines y en las zonas cercanas a los núcleos urbanos. Todas las coníferas representan al grupo más importante de las gimnospermas, plantas con semillas expuestas, sin flores vistosas, ni frutos. El origen y diversificación de las coníferas se produjo durante la era Mesozoica, después de la gran extinción en masa que ocurrió durante el periodo Pérmico, dejando atrás a un mundo poblado por pteridofitas de gran tamaño (helechos arborescentes), que no fueron capaces de competir con estas nuevas especies, las coníferas, menos exigentes de humedad, y por tanto mejor adaptadas al mundo que apareció en aquel periodo. Más tarde, 0con la aparición de las plantas con flor y fruto, las coníferas comenzaron un proceso de retroceso en su dominancia hasta nuestros días, quedando relegadas en el medio natural a espacios con clima y topografía muy particulares.

El ciprés es un árbol con ramas que portan hojas muy pequeñas y escamosas que se abrazan al tallo en su totalidad, ofreciendo protección y evitando la pérdida de agua por evapotranspiración. Sus estructuras reproductoras tienen forma de cono con brácteas suficientemente duras para dar protección a la semilla, en el caso de los conos femeninos, y protección al polen en forma de conos masculinos. Como en la mayoría del resto de las coníferas dispersan su polen por medio del aire, liberando grandes cantidades que aseguran que los gametofitos masculinos puedan depositarse en las estructuras femeninas, permitiendo la fecundación. La consecuencia de esta circunstancia hace que en muchas ocasiones las concentraciones de polen en el aire puedan ser realmente elevadas, dando lugar a nubes que se pueden observar con facilidad al producirse cualquier movimiento de sus ramas. Hasta recientemente, no se consideraba a las especies del ciprés como causantes de polinosis invernal. Han sido precisamente los trabajos de aerobiología los que han puesto de manifiesto que las elevadas concentraciones de polen podrían ser causantes de muchas de estas alergias.

*Catedrática de Botánica de la Universidad de Córdoba

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