Opinión | LA VIDA POR ESCRITO

La perversión de lo correcto

El caso de las reediciones de textos antiguos se mueve ya en un terreno resbaladizo y peligroso

El diario ‘The Daily Telegraph’ publicó hace unos días que algunas de las obras de Roald Dahl, autor de ‘Matilda’ y de ‘Charlie y la fábrica de chocolate’, entre otras, habían sido corregidas, con la autorización de los legatarios del novelista inglés, para la más reciente reedición en 2022. Con la justificación de adoptar en estas obras una perspectiva inclusiva que suavice todo aquello que pudiera resultar ofensivo o poco delicado para algunas personas. Se cuentan por centenares los cambios de palabras por otras más «apropiadas» referidas a la raza, género, peso, color, condición mental o violencia. Valgan los siguientes cambios. El niño Augustus Gloop, de ‘Charlie y la fábrica de chocolate’, ya no es «enormemente gordo», sino «enorme». En ‘Matilda’, las referencias a Rudyard Kipling son ahora a la escritora Jane Austen. También en ‘Matilda’ ha desaparecido el adjetivo «negro», incluso para referirse al color de la capa de un gigante. Los hombres de las nubes en ‘James y el melocotón gigante’ ya no son hombres, sino «gente». Un comentario sobre «las mecanógrafas» cambia a «las mujeres que trabajan como científicas de alto nivel», y los japoneses ya no son mucho más bajitos que los noruegos.

La explicación de la editorial Puffin sobre estos cambios se encuentra en un nota en la página del copyright: «Las palabras importan. Las maravillosas palabras de Roald Dahl pueden transportarte a diferentes mundos y presentarte a los personajes más maravillosos. Este libro fue escrito hace muchos años, por lo que revisamos regularmente el lenguaje para asegurarnos de que pueda seguir siendo disfrutado por todos en la actualidad». En esta nota de la editorial se pone de manifiesto esa visión del lenguaje políticamente correcto, y un mundo feliz, que parece estar imponiéndose como una mancha de aceite a pesar de las discrepancias de muchos.

Las ideas de amabilidad e inclusividad en las relaciones personales y en la organización de la sociedad son buenas por naturaleza. En eso creo que estamos todos de acuerdo. Si está en nuestras manos, ¿por qué no permitir y hacer todo lo posible por que todos podamos disfrutar de los derechos y libertades? Las discrepancias surgen, sin embargo, en las estrategias para alcanzar tal fin, y en los sacrificios que algunos tengan que hacer para garantizar ciertos derechos de otros. Debe haber un compromiso; es algo inevitable cuando surgen colisiones de derechos.

El caso de esas reediciones de textos antiguos se mueve ya en un terreno aún más resbaladizo y peligroso. Porque eso no deja de ser una manera de censura. Y en este caso aún más aberrante. Cuando se trata de autocensura guiada por lo políticamente correcto, es el autor quien ha aceptado el juego. Pero hacer cambios de la obra de otros cuando estos ya no puede decir nada, es algo criminal. Además, porque refleja una ignorancia y un desprecio absoluto sobre la relación de la cultura y el lenguaje con su tiempo. Más aún, esa práctica apunta a la existencia de un proyecto de reconstrucción de la historia y de construcción del mundo desde una visión totalitaria.

Los practicantes sumisos de la religión de lo políticamente correcto creen la consigna de que la lengua hace a la mente y al mundo que nos rodea. Luego, si cambiamos la lengua, cambiaremos el mundo. Pero esto no tiene ninguna base científica. Empezando por el hecho de que el comportamiento humano no es todo racional y verbalizable; porque el lenguaje, como capacidad de representación del mundo, tiene una base más profunda que las lenguas. Cambiando palabras no cambiaremos conductas. Las palabras se retorcerán de nuevo según esas conductas. Y, sin embargo, cambiando el mundo, las palabras irán con él.

No se puede permitir el avance sin control de esa corrección política enfermiza. Qué pasará con el rock, el pop, la literatura de todos los tiempos. Qué pasaría hoy con el surrealismo, que proponía una expresión artística sin los filtros de la conciencia y la razón. La libertad y la creatividad están en juego.

* Profesor de la UCO

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