Opinión | LA VIDA POR ESCRITO

Ikiru

Los avances científicos conducen inevitablemente a una extensión de la vida en plenitud

Ikiru’ (Vivir), la obra maestra de Kurosawa, narra la historia de Kanji Watanabe, una gris vida de funcionario del Ayuntamiento de Tokio tras la II Guerra Mundial. La vida de ese hombre de mediana edad se habría consumido sin pena ni gloria si en el último chequeo médico no le hubieran detectado un cáncer terminal. La cercanía de la muerte le hace ver las cosas de otra manera y decide hacer todo lo que se había negado a sí mismo y a los demás, por ser un buen esposo, mejor padre, trabajador eficiente y correcto ciudadano.

Esa reflexión sobre el sentido de la vida es un clásico. Y todos pasamos por ahí en algún momento, en cuanto dejamos de vivir de forma automática. De pronto vemos con claridad que la vida se merece vivirla con plenitud, que no todo es trabajo, o éxito, o sacrificarnos por otra persona, incluso por un hijo. Esta es mi vida, quizás la única oportunidad que tenga. En todo caso, si hubiera otras, ya no serán esta que estoy viviendo aquí ahora. Merece la pena.

El Dr. Ezekiel Emanuel, experto en bioética y políticas de salud, oncólogo, profesor, escritor, ciclista y chocolatero (de todas estas maneras se autodefine), parece ir contracorriente al afirmar que en el momento en que cumpla los 75 se negará a vacunarse, tomar antibióticos y someterse a cualquier tratamiento médico para alargar su vida. En realidad, el Dr. Emanuel hizo ya en 2014 una primera declaración en contra de la obsesión de extender la vida a toda costa. Sentía ya entonces que nuestra civilización estaba entrando en una carrera obsesiva hacia la inmortalidad, cuando en la naturaleza la inmortalidad es muy rara.

Esa actitud comprensiva hacia la muerte mostrada por el Dr. Emanuel resulta más chocante aún, sabiendo que ha sido toda su vida muy crítico con la eutanasia, por el peligro que supone en cuanto que podría provocar un abandono de la lucha por el bienestar de los enfermos terminales. Dicha actitud se basa en realidad en la convicción personal de que la vida merece la pena vivirla con plenitud y que, cuando la vejez y todos sus achaques empiezan a hacerse notar, deberíamos pensar en dejar paso a otros. Entre vivir más o vivir mejor, este doctor prefiere vivir solo si se disfruta de una buena calidad de vida.

Pero podríamos preguntarnos si ese dilema es inevitable. Estas dos reflexiones sobre la vida y la muerte hechas por Akira Kurosawa y Ezekiel Emanuel, en épocas distintas y desde perspectivas y experiencias personales tan dispares, nos advierten de la conveniencia de valorar a la vez tanto la duración de la vida como su calidad y el sentido que le damos. En realidad, los avances científicos y tecnológicos en el ámbito de la salud conducen inevitablemente a una extensión de la vida en plenitud. La vejez nos llega cada vez con más retraso, como la edad de jubilación. Y también parece que una vez que se desencadena la vejez, ya sea a los 40, a los 60, o a los 80, el camino cuesta abajo hasta la muerte siempre el mismo. Es posible que el Dr. Emanuel tenga que rectificar la cifra de 75 para dejarse morir. Ya veremos qué pasa cuando los cumpla, dentro de 10 años.

Personalmente, yo no tengo ninguna prisa por ver el final, aunque no puedo ocultar mi curiosidad por ver qué hay en la meta. Tampoco me obsesiona la inmortalidad ni me gustaría tener siempre 20 años. Más emocionante sería una vida como la de ‘Cuatro corazones con freno’ y marcha atrás, la divertida comedia de Enrique Jardiel Poncela. Y aunque parezca cosa de literatura de ciencia ficción, la ciencia puede depararnos grandes sorpresas con diversas posibilidades de vivir o morir la vida. Desde curarnos cualquier enfermedad, hasta poder recambiarnos cualquier órgano o vivir con nuestra mente conectada a un mundo sintético.

Ese futuro no resolverá, de todas formas, la duda sobre el sentido que tiene vivir. Esto es una experiencia tan personal y subjetiva, que la respuesta puede ser cualquiera. Mi intuición me dice que a esto no hay que buscarle ningún sentido. Vivir es jugar. Ikiru.

* Profesor de la UCO

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