Opinión | TORMENTA DE VERANO

Donando esperanza

Nuestra provincia sigue liderando, con una tasa de 71,4, la donación de órganos en Andalucía

Entre los rigores del invierno, cuando el mes de enero alcanza el zénit de todas sus empinadas cuestas, se han apagado las luces de las buenas intenciones y nos devora de nuevo la cotidianeidad, con sus escenarios de legítimos conflictos laborales, la incontinencia verbal de algunos representantes públicos que arremeten contra todo, la llamativa normalización de la agresividad entendida como libertad de expresión, y tantos escándalos al sentido común que nos salpican cada día, surgen noticias que alimentan la esperanza de un año que comienza. Noticias que resultan extraordinarias, y prometedoras en lo bueno que existe en cada uno de nosotros. Informes de esperanza y datos de generosidad, de quienes perciben que pueden compartir y compartirse con otros que lo necesitan, que hemos conocido hace unos días y son muestra de un éxito colectivo.

Me refiero a que nuestra provincia sigue liderando, con una tasa de 71,4 donantes por millón de población, la ‘champions ligue’ de donación de órganos en Andalucía, y casi doblando la cifra media de donantes a nivel nacional, teniendo en cuenta que España mantiene su liderazgo mundial en la donación de órganos por tres décadas consecutivas. Por la donación una persona cede gratuitamente un órgano o tejido propio a otra persona que lo necesita a causa de una enfermedad, siendo hoy en día una técnica médica muy desarrollada que logra magníficos resultados para las personas receptoras, pero que necesita obligatoriamente la existencia de donantes.

Donar órganos implica el esfuerzo de muchísimos profesionales sanitarios y de otros sectores, la eficiencia y coordinación de una estructura administrativa, sanitaria y civil, con la implicación de muchísimos hospitales y medios materiales y técnicos. Pero sobre todo, donar es un acto de generosidad, sin la solidaridad de los donantes no hay trasplantes, y sin trasplante no hay vida. La generosidad, la más estimada de las virtudes como dijera Aristóteles, es un valor que muchos piensan que se está perdiendo, pero la verdad es que no es así; siempre hay personas que dan sin esperar nada a cambio y lo podemos ver en el día a día en múltiples circunstancias. Son un ejemplo los 426 trasplantes de órganos y tejidos realizados en 2022 por el Hospital Universitario Reina Sofía, un centenar más que el año anterior, que son 426 gritos de esperanza de otras tantas familias que, gracias a la generosidad anónima, han podido rehacer sus vidas y mirar con esperanza el futuro.

El ejemplo de Sara, la niña malagueña de 5 años intervenida hace unas semanas, es toda una lección de esa humanidad en la que seguimos creyendo. Lección de la que resultan protagonistas, de un lado, todos esos donantes anónimos y gratuitos que hacen de sus órganos o tejidos una semilla de amor que fecunda en la vitalidad de otro ser humano. Y de otro, los profesionales diversos que participan en esas operativas, especialmente los sanitarios, que tantas demandas presentan pero que, una vez más, están a la altura de tantas necesidades. La generosidad no necesita recompensa, se paga a sí misma. Al final, la sociedad civil consciente y formada, dando lo mejor de sí misma y sin medida, en el silencio del día a día, mientras continúan los ruidos del escenario y los rigores de este frío invierno.

 ** Abogado y mediador

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