Opinión | PARECE UNA TONTERÍA

Se acabó el año

Solo acaba de empezar el año, pero es seguro que no tendrás tiempo de hacer un montón de cosas. Por eso no es tan extraño sentir que ya fracasaste, y que solo es cuestión de tiempo ir averiguando en qué exactamente. El estado en que uno se sume cuando fracasa por adelantado, sin saber aún cuál es el fracaso, llega tras la suma de dos suspiros: en el primero se dice «qué lástima» y en el segundo «qué más da». Todos los años son ricos en pretensiones incumplidas, así que ya hay costumbre de que nada de lo que no conseguimos nos afecte demasiado.

En cierto sentido, es como si 2023 ya se estuviese acabando, y fuese otro de esos años ridículamente cortos, que nos saben a poco. Empezó, continuó y llegó a su fin casi por las mismas fechas: enero. Me recuerda a un episodio que Jules Renard recoge en sus diarios, en el que un hombre, por recomendación de un amigo, acude a una entrevista de trabajo. En un enorme despacho, detrás de una mesa árida, lo espera el jefe. El pobre hombre se dispone a decir «Vengo de parte del señor Fulano», pero advierte una expresión tan displicente y seca en el superior, que antes de acomodarse en el asiento, se incorpora con un repentino control de la situación y dice: «Me voy de parte del señor Fulano». No vamos a dar abasto a no hacer cosas y más cosas, mientras a la vez no damos abasto a hacer otras muchas. La suma de unas y otras nos empuja a desear que llegue 2024. No tener tiempo a nada es casi un trabajo, o al menos un pensamiento obstinado. Yo ya empecé a no lavar el coche, como el año pasado, a no quedarme hasta tarde en una fiesta, a no escribir tres fajas y un prólogo, a no comprar una bicicleta, a no empezar un diario, a no tirar los cojines viejos, a no comer lubina, a no ponerme el reloj al salir de casa, a no organizarme con antelación, a no escribir una égloga...

Un año no da para mucho. Por sí solos los años son, en realidad, una miseria. En elmundo hay cada vez más cosas al alcance de la mano, pero que requieren tiempo, y este prácticamente no existe, o no en las cantidades que parecía haberlo antes. El individuo que acomete cosas sin parar, y tienes la sensación de verlo en todas partes, en movimiento, ya no es el héroe de nuestra era. Hay que admirar al que quiere y no puede hacer muchas más. Cualquiera de nosotros, a estar alturas, puede anunciar los principales fracasos de los meses venideros. No dejarás de beber, por ejemplo. No te acostarás temprano. No besarás el triple. No evitarás las exageraciones. No dejarás de mirar el móvil cien veces al día. No pintarás el salón. No le abrirás las puertas a los Testigos de Jehová, a ver qué se cuentan. No leerás el Ulises. No pondrás el coche a 200. No acabarás de leer el Borges, de Bioy Casares. No aprenderás a podar. No irás al Lidl a palpar el ambiente. No dejarás de tomar las pastillas para dormir. No fumarás un cigarro al año. No circularás por carreteras nacionales, sin prisas. Y así muchísimas más cosas que no tengo tiempo de mencionar.

* Escritor

Suscríbete para seguir leyendo