Opinión | Al paso

Arte y espiritualidad

«El carácter material de nuestra sociedad nos ha creado prejuicios sobre la espiritualidad»

De nuevo esa Navidad que se va cerniendo sobre los pueblos y ciudades vuelve a ponernos frente a esa otra dimensión que, lo queramos o no, trasciende a lo puramente material. Alguien nos podría rebatir que no hay una etapa en el año donde lo material se haga más presente que en ésta, y probablemente no le faltaría razón. Aun así la Navidad, en su sentido más esencial, contrapone ya no lo laico frente a lo religioso, sino lo material contra lo espiritual. Pero en estos tiempos en los que eso que llamamos el alma y que se supone que todos tenemos anda enredada en esa virtualidad tecnológica donde esos mundos de bit nos trasponen a una realidad desvirtualizada definir la espiritualidad es complejo. Entre otras cosas porque este tipo de conceptos se entienden mejor cuando se viven o ejercitan. Y parece que la organización social, con su propia estrategia consumista, no colabora demasiado para que podamos cultivar eso que llamamos sentido espiritual de la vida. Suena hasta cursi decirlo. Prueba evidente de hasta qué punto el carácter material de nuestra sociedad nos ha creado prejuicios sobre la espiritualidad. Pero qué es eso de ser espiritual. Tal vez definirlo sea limitarlo, sobre todo teniendo en cuenta que se trata de un sentimiento íntimo y personal, pero sí que podemos decir que se trata de emociones que trascienden a lo material y que se quiera o no todo ser humano alguna vez ha experimentando. Dicho esto, recientemente, en el Teatro Municipal de El Carpio un grupo de artistas plásticos han reivindicado con sus obras el carácter espiritual del lenguaje visual. Eso sí, con una mirada poética, pues sin poesía difícilmente podamos entender la belleza y el sentimiento espiritual. Aunque esto de la poesía, para ser justos con ella, no daría para otra.

*Mediador y coach

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