Diario Córdoba

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Manuel Piedrahíta

Hace cien años nacio Castilla del Pino

Estoy releyendo la ‘Casa del Olivo’ (1949-2003) de la autobiografía de Carlos Castilla del Pino. Nació en San Roque (Cádiz) y ahora se cumplen cien años de su nacimiento. Aquel 12 de octubre de 1949 cuando llegó por primera vez a Córdoba, estaba yo interno en el Colegio de la Asunción. De aquellas primeras impresiones donde describe a la Córdoba de entonces, «provinciana y cateta», yo ahora he rememorado con claridad mis vivencias de entonces oscurecidas por el tiempo. Vuelvo a «ver» el patio del hotel Cuatro Naciones (habitación y desayuno,1.900 pesetas mensuales), repleto de gente, unos llegados de los pueblos y otros estables. Castilla del Pino es muy minucioso con el limpiabotas: «Colocaba un par de naipes entre zapato y calcetín para no mancharlo».

La Estación con luces mortecinas, no lejos de Cercadilla «barrio de prostíbulos». Me «lleva» al bar Imperio en la calle de la Plata y a Dunia en el Gran Capitán donde Castilla del Pino era observado como un extraterrestre, «rojo» para más señas. Recuerdo ahora lo que en aquel salón de té oí en cierta ocasión referido despectivamente a una muchacha guapa y hacendosa: «Esa no tiene un duro». Alude al teatro-cine Duque de Rivas, ya desaparecido, en el Gran Capitán y al que fui tantas veces. No lejos estaba el Gobierno Civil. Y, en fin, muchos más lugares de aquella Córdoba. En su autobiografía dice Castilla del Pino: «Yo, permaneceré y resucitaré después de morir cuando alguien lea uno de mis libros». Cumplo así con el recuerdo del psiquiatra tan controvertido. Su biblioteca ha sido donada por su viuda a la Universidad de Córdoba.

* Periodista

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