Opinión | EL TRIÁNGULO
Berlusconi vive entre nosotros
Meloni es para muchos la esperanza de levantar la cabeza, de algún día vencer
Los mismos protagonistas conviven en Italia desde 1994, algunos se han ido añadiendo por edad al ya anciano Berlusconi, que llegó a la presidencia ese año con dos alianzas electorales separadas, el Polo de las Libertades, con la Liga Norte en los distritos del norte de Italia, y otro, el Polo del Buen Gobierno con el postfascista Alianza Nacional, heredero del Movimiento Social Italiano. Cómo nos suena esta distribución del territorio con las mismas organizaciones en este momento postelectoral, solo que la actual heredera del entramado, la que fue ministra de Juventud en el tercer gobierno Berlusconi de 2008 a 2011, sin que le molestaran mucho las fiestas Bunga Bunga o el estilo Mamachicho aunque ahora todo sea preocupación por la transversalidad de la cruz, les ha ganado la carrera a todos. Del escaso 4% que consiguió en las elecciones del 2018 al 26% que la lleva a la primera posición tras una fulgurante carrera televisiva aprendida de su mentor político y su papel como única oposición a la coalición de unidad nacional de Mario Draghi.
Silvio Berlusconi reunió en julio a un grupo de políticos de la derecha más extrema para articular la caída de Mario Draghi y armar un nuevo gobierno con la neofascista Giorgia Meloni a la cabeza. Il Cavaliere almorzó entre otros con Matteo Salvini, de la Liga Norte, y reconocido ministro de Interior y vicepresidente con Conte, al que se le permitía bloquear los puertos italianos a los barcos a la deriva del Open Arms mientras agonizaban algunos de los pasajeros ante la impasibilidad de los que ahora se dan golpes de pecho. En el centro de la mesa había un teléfono abierto con Meloni, la líder de Fratelli d’Italia.
La ruta estaba trazada, el gobierno de concentración se rompió y el carisma populista de la madre, italiana y cristiana hizo el resto. No es una alianza fácil, pero tanto Berlusconi como Salvini han obtenido peor resultado del esperado, y la necesidad de las élites económicas y sociales hará el resto. Pero no es una mirada al pasado, como diría Sorrentino, que contó con mimo la decadencia italiana, la nostalgia es la única distracción posible para quien no cree en el futuro. Meloni es justo lo contrario, es para muchos la esperanza de levantar la cabeza, de algún día vencer.
¿Cuánto durará esta líder que promete prosperidad y un estado intervencionista y protector? ¿El encanto con los italianos será mas largo que el de Berlusconi o Salvini? Subida y caída a los infiernos de los lideres vehementes italianos sería el resumen de la política de ese país en los últimos treinta años.
*Politóloga
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