Diario Córdoba

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Manuel Piedrahíta

Aquellos cines de verano

Con estas calores me vienen a la memoria los cines de verano. Las estrellas en las noches de luna menguante competían con las estrellas cinematográficas en la pantalla. Me da la impresión que aquel «gusanillo» de ir todas las noches al cine ya no es tan evidente. ¿Pervive el «Rinconcito» de mi antigua época? Gracias a la televisión muchas personas empezaron a sacar los receptores a las puertas de las casas. Se imaginan que asisten a un cine de verano sin tener que trasladarse algo lejos. Recuerdo asimismo aquellas mozuelas desconocidas que te decían, «me entra usted». Era habitual lo de «Hoy señoras gratis».

Durante mis inicios profesionales en Madrid surgió un Motocine cerca de Barajas, siguiendo la moda americana de ver la película desde tu propio coche. ¿Cómo pudimos aguantar el calor cuando el abanico era la única manera de airear el ambiente? abanicándose en las iglesias y en los lugares cerrados. Si nos remontamos al siglo XX (1902) un joven ingeniero americano, Willis Carrier, ideó el aire acondicionado o climatizado del que hoy disfrutamos. Cuando realmente descubrí este invento maravilloso fue a final de los años 50 en los cines madrileños. Además de anunciar la película destacaban lo de cine refrigerado. No sabía entonces que en 1937 Chicago ya tenía refrigerados un montón de cines; otro adelanto más allá de los mares. De allí nos viene la moda de un cine donde predomina el espectáculo y el entretenimiento. Pero se está difuminando aquello del «Séptimo arte» y sustituido por el negocio. Alguien ha dicho que, si haces cine de autor no comercial, no haces ni un euro

* Periodista

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