Diario Córdoba

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Claudia Zafra

TRIBUNA ABIERTA

Claudia Zafra

Derechos de la infancia, proceda de donde proceda

El número de niños refugiados aumenta y debemos recordar que cada uno de ellos necesita protección, educación, seguridad y apoyo

La guerra en Ucrania está provocando en Europa el mayor movimiento de población refugiada desde la II Guerra Mundial. Hay 2,5 millones de niños y niñas desplazados dentro del país y otros 2,8 millones son refugiados que han huido en busca de seguridad a través de las fronteras junto a sus familias o solos. A medida que aumenta el número de niños que huyen de sus hogares, debemos recordar que cada uno de ellos necesita protección, educación, seguridad y apoyo.

En Andalucía, cerca de 7.500 personas procedentes de Ucrania han solicitado protección temporal como desplazadas, según datos del 10 de abril. La mayoría de ellas, unas 3.500, se concentran en la provincia de Málaga. En Córdoba la cifra de solicitantes se sitúa alrededor de las 450 personas. Esta protección temporal conlleva la concesión del permiso de residencia y, para los mayores de edad, también el de trabajo.

En nuestro país, esta crisis nos sorprende sin una política de gestión de contingencias humanitarias migratorias que atienda de manera específica las necesidades y derechos de la infancia, una reivindicación que Unicef España ha puesto de relieve en los últimos años ante crisis migratorias como las de Ceuta, Melilla, Andalucía o Canarias.

Es cierto que estamos viendo avances muy positivos en las últimas semanas en materia migratoria, aunque aún tenemos por delante la necesidad de fortalecer el sistema de acogida a refugiados, el sistema de protección de la infancia migrante, la respuesta del sistema educativo para la escolarización y también la del sistema sanitario, que afronta el reto de abordar la salud mental y el bienestar emocional de estos niños y niñas.

Estamos conmovidos por la respuesta solidaria de la sociedad española ante el drama que vive el pueblo ucraniano, por el apoyo de instituciones, empresas, asociaciones, centros educativos y familias que se han volcado. Pero desde Unicef nos preocupa, especialmente, la llegada de niños y niñas solos o acompañados por adultos que no ostentan su tutela o guarda legal. Situaciones que están suponiendo un desafío para el sistema de protección de menores de Andalucía y del resto de comunidades autónomas. Estos niños y niñas corren un mayor riesgo de sufrir violencia, abuso y explotación. Los traficantes a menudo buscan aprovecharse del caos de estos grandes movimientos de población y el riesgo de trata se dispara en situaciones de emergencia como la actual.

Estos niños y niñas están encontrando el ofrecimiento de numerosas familias para acogerlos, lo que supone una oportunidad para reforzar el sistema de protección a la infancia. La mejor medida de protección para cualquier niño o niña es vivir en un ambiente familiar y, sin embargo, a finales de 2020, más de 2.300 niños, niñas y adolescentes se encontraban en centros de menores de Andalucía esperando una oportunidad para ser acogidos por una familia.

Desde Unicef insistimos en la necesidad de contribuir a la salud mental y el bienestar emocional de los refugiados. A los traumas asociados a la guerra, separaciones, interrupción de la escuela, se unen factores como la falta de información, la imposibilidad o dificultad de comunicación con familiares o allegados, la incertidumbre sobre la propia condición de refugiado y el desarraigo. Una persona refugiada tiene que adaptarse a nuevas situaciones en un periodo muy corto de tiempo: un nuevo país, una nueva lengua, una nueva casa, un nuevo colegio, nuevos amigos, incluso un clima diferente. Todo esto los sitúa en una posición muy vulnerable.

El duelo que afrontan muchos de ellos por las pérdidas de seres queridos o por experiencias traumáticas que han vivido en su país y en el tránsito hacia un lugar seguro, ponen a prueba las capacidades de adaptación de cualquier persona. Por todo ello, se sienten frecuentemente con miedo y ansiedad, insensibles o desconectadas. Mediante información, acompañamiento, estabilidad, redes familiares y de amigos (si existiesen), apoyo psicoemocional especializado, así como actividades educativas, deportivas y recreativas, se puede ir reduciendo el sufrimiento emocional de muchos niños, niñas, adolescentes y sus familias, y evitar que se agraven.

Atravesamos una nueva coyuntura que cambiará el mundo en el que vivimos. Hasta nuestras fronteras llegan muchos menores de edad y lo seguirán haciendo; por ello, estamos ante una oportunidad única de fijar las herramientas adecuadas para dar la respuesta que estos niños y niñas necesitan, sin importar de dónde vengan o por qué hayan llegado hasta aquí. Confiamos en que esta voluntad política demostrada con todas las personas refugiadas procedentes de Ucrania perdure y cristalice en políticas estables de acogida a todos los niños, niñas y adolescentes, procedan de donde procedan.

* Presidenta del Comité de Unicef Andalucía

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