Opinión | EL TRIÁNGULO
Hay... una guerra
«Hay malos, muy malos, tan malos que no tendrían que existir»
Hay un dios que no existe y un diablo con ojos azules y expresión de roca que sí. Hay días sin motivos para levantarse de la cama y los hay vestidos de viento y dulce oleaje entre los campos. Hay cuerpos sin vida que se mecen en los surcos que otros con sus manos han arañado en la tierra. Hay dudas y un silencio atroz cuando suenan las sirenas y quisieras estar en otro lugar, muy lejos, tan lejos que quizá ni siquiera serías tú. Hay primavera, pero no llega hoy ni mañana, y es posible que cuando llegue el invierno haya arrasado con todo. Hay un reloj que no cuenta las horas porque enmudeció cuando el tiempo pasó a tener un valor efímero y los minutos eran puentes quebrados en una huida permanente.
Hay un niño que llora y nadie lo consuela y una maleta que contiene la ropa que ya nadie se pondrá. Hay delirio y locura en el extremo de una mesa que sustenta todos los pecados y roba con cinismo la vida de los otros. Hay sospechas y un mar que nos señala dolorido de ahogados y de olvidos. Hay besos que esperan su momento y puñales que atraviesan los espejos y se hunden en violentos zarpazos. Hay esperanza y un tiovivo que da vueltas, imparable de risas y confetis.
Hay sueño y hay pesadilla cuando el universo es algo así como una flor a punto de estallar y nadie sabe cuál será la consecuencia final. Hay tormenta en días de sol y hay sol en días de aguacero y hay un verso repetición de otro que sacude desvanecido los ecos que cubren de metralla los viejos periódicos.
Hay venganza. Hay casas destruidas a las que no se sabe quién volverá y un hospital que ruge en medio de la noche el peor y más cruento ataque. Hay guerra cuando nadie quiere que haya guerra y un loco, trasnochado de poder, que apunta al mundo con su delirante y roñoso discurso. Hay ancianos que son valientes hombres y mujeres en mitad de un puente destruido y claman por la vida de los otros. Hay funerales sin curas ni familiares y hay un lugar donde se recibe la vida pletórica de fugaces instantes. Hay malos, muy malos, tan malos que no tendrían que existir. Hay demencia y solitarias pistolas esperando su momento.
Hay amor que no se hizo para el hombre y violencia que el hombre alimentó en días impares. Hay desafío sin corazón ni ternura y un torrente de balas que despedazan la vida.
Hay música en las encrucijadas y un tablero en el que disponer de las víctimas futuras. Hay cartas sin remite ni remitente y multitudes que buscan cobijo en fronteras ajenas. Hay tantas verdades como esquinas y tantas mentiras como monstruos dispuestos a entrar y desordenar nuestros sueños. Hay quimeras y estrellas desangrándose que son como ríos suicidas e imparables.
Hay... una guerra. Hay... un Putin.
**Periodista y escritora
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