Diario Córdoba

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Desireé de Fez

EL TRIÁNGULO

Desirée de Fez

Castigar el desfase

Hace unos días se estrenó en Prime Video Deep Water, primera película en veinte años de Adrian Lyne, director de 9 semanas y media (1986), Atracción fatal (1987) o Infiel (2002). Protagonizada por Ana de Armas y Ben Affleck, venía precedida de cierta expectación por razones no cinematográficas: fue la película en la que los actores, ya separados, se enamoraron. Sin embargo, su estreno (inicialmente iba a ser en cines) ha sido bastante discreto. Deep Water tiene sus defensores, entre los que me encuentro sin distancia irónica: me gusta. Es una película extraña, perversa y muy divertida (voluntariamente). Sin embargo, su recepción general ha sido más bien mala. Es cierto que eso sucede con muchas películas. Pero, de alguna manera, Deep Water entraría en un grupo específico de películas: las que, en parte, provocan rechazo porque pertenecen a otra época.

Esto no quiere decir que Deep Water, ‘thriller’ erótico sobre un matrimonio muy particular, sea una obra maestra incomprendida. Para mí es una propuesta con problemas que para otros pueden ser catastróficos. Pero sí creo que hay cierta tendencia a despreciar las maneras de hacer que no se corresponden con los tiempos, a ventilarse las películas que, sin ser ejercicios conscientes de nostalgia, están a años luz de la conversación, los relatos y los gustos estéticos del momento. A veces, el desaire viene después de buscar en ellas una guasa que no tienen: ese gesto terrible de mirar las películas por encima del hombro. Y otras, esas propuestas se desechan simplemente por estar fuera de la realidad. No puedo evitar pensar que con Deep Water suceden ambas cosas. Disgusta porque es divertida pero no a su pesar: te puedes reír con ella porque es maravillosamente delirante, no porque el director y los guionistas sean ineptos. Y disgusta, sobre todo, porque Lyne podría haber dirigido un ‘thriller random’ de plataforma y ha preferido ser fiel a su estilo (premisas disparatadas, relaciones perversas, erotismo, sensualidad). Ha hecho lo que le ha dado la gana, lo que sabe, lo que en el pasado le funcionó y lo que le sitúa como un director bastante único que puede horrorizar (por supuesto) pero al que no tiene sentido cuestionarse por hacer un cine desfasado.

* Periodista y crítica de cine

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