Con ostensible deseo y férrea voluntad de eludir el tópico, ciertamente la aparición en las postreras semanas del 2021 del libro del catedrático de Historia Antigua de la Universidad de Málaga Fernando Wulff Alonso ‘Sin noticias de Italia. identidades y pertenencias en la República romana tardía’ (Zaragoza, 2021, 556 págs.) constituye un verdadero acontecimiento editorial. Un libro en el que se usan ‘ex abundantia’ todas las lenguas cultas europeas amén de las clásicas y en el que el empleo y manejo de una bibliografía que sobrepasa el millar de títulos, no admite otra calificación que la de excepcional.

Mas conocida la biografía intelectual del autor, su secreto es fácil de descubrir. En la última etapa de su descollante trayectoria universitaria dicha obra viene a ser la recapitulación deslumbrante de un esfuerzo de décadas. En medio de un ‘Alma Mater’ muy tensionada y desprovista del légamo fecundo de la tradición --sería creada justamente ha medio siglo--, el Prof. Wulff, impulsado por una vocación volcánica, ha logrado sin pausa y, aún más difícilmente, sin desmayo construir una obra historiográfica de los más encumbrados quilates, que, para colmo de excelencias, lograra hace tiempo el rendido aplauso de los departamentos universitarios extranjeros. El autor de una monografía de especial referencia para sus colegas modernistas y contemporaneístas, ‘Las esencias patrias. Historiografía e historia antigua en la construcción de la identidad española, Siglos XVI-XX’ (Barcelona, 2003), logró desde hace lustros imantar poderosamente la atención de los meridianos antiquistas más pujantes e influyentes del mundo occidental, tanto en el terreno de la bibliografía de su puño y letra como en la de otros de sus colegas hispanos por él avalados o justipreciados. Pues, como en el caso de los auténticos maestros, su generosidad es comparable a su autoridad científica.

Solicitado en los lustros más cercanos por el candente tema de la globalización en la Edad Antigua, ha vuelto ahora a ser urgido para ahondar su esteva en el campo investigador no menos sugestivo de la identidad, por él también roturado acuciosamente decenios atrás. Sin pretensiones de profeta, el profesor malagueño se percató a comienzos del siglo actual de la trascendencia cívica y política que en adelante habría de tener la cuestión identitaria en la marcha fatigosa de la España democrática por los caminos de la libertad. El historiador de raza, entendió que, en primer término y en varias dimensiones, su principal deber como servidor de Clío y miembro hondamente comprometido con los quehaceres y destinos de su comunidad radicaba en analizar ‘sine ira et estudio’ el tema en el pueblo partero por antonomasia. El misterio aguijoneador de cómo la ‘Urbs’, la ciudad de las Siete Colinas, la patria de Rómulo y Remo, la capital de los marjales del Lacio, consiguió convertirse en la espléndida, asombrosa creación del Imperio, cuna esencial aunque repartida -Jerusalén, Atenas- de la civilización de lejos más importante y fecunda registrada hasta el momento por la Historia, turbó la imaginación y removió la envidiable inteligencia de un egregio catedrático, sin mayor reconocimiento hasta el presente del lado de los responsables políticos y culturales de su entrañado país.

*Catedrático