El Ayuntamiento de Madrid tiene los presupuestos aprobados en plazo sin el apoyo de Vox, y las dos situaciones me provocan alegría. No hace falta que recordemos la llamada a la unidad de la recuperación de este país inmediatamente después de la segunda ola, incluso se formó una comisión de reconstrucción en el Congreso de los Diputados. La importancia de tener unos presupuestos aprobados para la esperada reactivación económica aupada por los fondos europeos es clave en cualquiera de los niveles administrativos.

Y en una negociación de últimos días el alcalde Almeida, el mismo al que Ortega Smith le chuleaba en sus últimos rifirrafes dialécticos en el pleno municipal, el mismo que han enviado de cortafuegos a la lideresa Ayuso que ha pactado entusiastamente con Vox cerrando el paso de la izquierda a la Comunidad para años, según sus propias palabras, junto con la vicealcaldesa, Begoña Villacís, salvan sus cuentas públicas gracias a la negociación de los 4 concejales carmenistas escindidos de Más Madrid y ahora en la plataforma denominada Recupera Madrid.

Los concejales de gobierno acusaban a Vox de actuar en una estrategia nacional para potenciar a Isabel Díaz Ayuso, y desgastar a Almeida. Mirada nacional sobre las generales utilizando todos los caminos que cruzan como senderos solo transitables para la gloria nacional. Mientras que la ruptura de estos concejales con Más Madrid, encabezados por la mano derecha de la antigua alcaldesa, Marta Higueras, ha abierto esta posibilidad real que ya se dio con la votación de la ordenanza de Movilidad que mantenía Madrid Central con algunos matices. Les acusaran de traidores a uno y otro lado, de no respetar el cometido para el que fueron elegidos porque es verdad que las diferencias ideológicas son muy grandes pero la política entendida como pragmatismo y posibilismo para alcanzar un fin mayor, tiene siempre importancia, pero más en estos momentos. Bienvenidos los que han venido a ensuciarse al barro, aunque ellos también obtengan beneficios partidistas, no pecamos de ingenuos a estas alturas, y a demostrar que es posible la línea roja a la ultraderecha con hechos y no solo con declaraciones. A los de los grises nos gustan los acuerdos transversales, nos sentimos más cómodos cuando Pere Aragonés pactó con los comunes su presupuesto y no con sus aliados naturales del independentismo como la CUP. O cuando Ada Colau en el Ayuntamiento de Barcelona fuera respaldada por el PSC y por Valls. Se puede y se debería imitar en otros ayuntamientos y comunidades autónomas, y en estos días Almudena Grandes hija predilecta de la ciudad de Madrid, se llama negociación.