Las circunstancias no suelen cambiar radicalmente por el hecho de que pasemos de un año a otro. Sobre todo en un año como el que termina, en el que aún la pandemia y sus consecuencias económicas y sociales siguen marcando la situación. Pero lo que sí está en nuestras manos para ese momento en el que pasamos de un año a otro es el tener la decisión, la voluntad, el convencimiento y el propósito de luchar por cambiar las incertidumbres que nos atenazan y convertirlas en certidumbres positivas. La pandemia, si algo ha tenido, es eso; que las certidumbres que teníamos en cuanto a nuestro estilo y forma de vida las ha puesto en solfa. Y en muchos casos las ha transformado en incertidumbres. Por ejemplo, los límites sociales que se han implementado para intentar protegernos del virus están influyendo en un cambio a la hora de relacionarnos socialmente. Y cuando esto sucede, se remueven los cimientos de la manera de relacionarnos con nosotros mismos también. De ahí el aumento de los trastornos psicológicos, el aumento del consumo de ansiolíticos, casos de estrés postraumático, etc. Algunos expertos dicen que estamos ante un cambio de paradigma. Esto es, que los estereotipos que antes nos servían para interpretar el mundo, el exterior y el interior, ahora no nos sirven tanto. Y esto, como es de esperar, nos genera incertidumbre. Esto ya ha sucedido, como se sabe, a lo largo de toda la historia y lo que sí podemos tener como certidumbre es que siempre que ha habido un cambio de paradigma hemos tenido que desempolvar o darles lustre a esos antiguos valores humanos que tienen que ver con el desarrollo y el progreso de la humanidad y que nos permiten convivir con otras personas de un modo justo con el fin de alcanzar un beneficio global como sociedad. Y en esas es en las que debemos estar en este cambio de año, al menos en intención. ¡Feliz 2022!.