Queridos nietos: hoy, Día de Navidad y próximo el nuevo año, quiero haceros algunas reflexiones, presentes siempre en mi vida. A veces me habéis manifestado vuestro deseo de ser famosos y yo os digo: no caigáis en la barata tentación de venderos a cambio de unos gramos o kilos de fama porque, si lo hacéis, pronto comprobaréis que lo que habéis comprado ha sido una columna de humo. Es un deseo muy legítimo el de querer fama. Pero no confundáis fama con éxito. La fama es propiedad del mundo de afuera. El éxito pertenece a nuestro mundo interior. La fama es cosa de los demás. El éxito es cosa nuestra. Os aseguro, y ya tengo años para no hablar de memoria, que la felicidad no está en ser más o menos conocidos, queridos, buscados y deseados; tampoco en el poder, el dinero y la fama sino en el cerrar los ojos, al dormir, sin saber si volveremos a abrirlos, y saber que no dejamos cuentas pendientes. ¿Me entendéis? Yo creo que sí. Si acaso creéis, en alguna ocasión, que os olvidan, reflexionad, porque tal vez ese olvido sea una excelente memoria. Cuando por las calles veáis un coche fúnebre, deteneos un instante y guardad silencio. No se trata de una mercancía sino de un ser humano que otro día, tal vez ayer, hacía vuestro mismo camino, con vuestros mismos deseos y trabajos. No midáis el tiempo en años, días, horas... El tiempo es una sucesión ininterrumpida de momentos y siendo conscientes de ello y llenándolos de sentido, encontraremos la medida de nuestro tiempo. Coleccionad momentos. Cuando los suméis, comprobaréis que el total puede ser la única felicidad posible. No escuchéis a los que hablan más de la muerte que de la vida, porque la muerte no tiene remedio; la vida, sí. Cuando habláis, o hablamos de la gente, pensamos en los demás, y los demás, cuando se refieren a la gente, piensan en nosotros. No caigáis nunca en la tentación de copiar cosas. Pensad que cualquier original será siempre mejor que la mejor fotocopia. No despreciéis jamás al que os parezca débil. Puede que llegue el momento que os dé una gran lección. Caminad de cara al sol y todo sucederá sin remedio.