Del interminable blablablá que resulta ser una sesión del Parlamento de Andalucía, y del que a los periódicos apenas nos es posible transmitir unas pinceladas de lo que nos parece más importante, me quedé el miércoles pasado, por aquello de su apego a la realidad circundante, con el comentario de la portavoz de Unidas Podemos, Inmaculada Nieto, sobre el calvario que es para la mayor parte de la gente saberse contacto directo de una persona que ha resultado infectada por covid. Decía Nieto lo que cualquiera que haya pasado por ello, hace algún tiempo o ahora, sabe perfectamente: que hacen falta trompetas y tambores para que te hagan caso, que la gente no sabe a quién acudir salvo hacer cola ante el centro de salud, y que la broma te cuesta el dinero, porque lo más seguro es que tengas que hacerte por tu cuenta un test covid y, ahora que están agotados en las farmacias, si la situación personal exige que salgas a la calle, habrá que ir a un centro privado a hacerse un test (unos 40 euros) o una PCR (unos 140). De modo que la responsabilidad de la lucha contra la pandemia recae únicamente en la persona, que puede -la mayoría lo hace- autoconfinarse y esperar a que pasen los días y le haga caso el Sistema, o hacerse la loca y salir a la calle esparciendo virus. Hay una anécdota probablemente inventada, la del chico que sopló las velas de su cumpleaños e infectó a todos los invitados, pero con ómicron viene a ser así. Escribe M.L. un wasap algo airado diciendo que ya se ha hecho dos test de antígenos, después de encerrarse en casa y esperar un día hasta que la farmacia pudo suministrárselos (hay que repetirlo para mayor seguridad) y confirmar que estaba bien. Es la segunda vez que le pasa. La primera tuvo que hacerse una PCR y le salió la broma más cara. Por supuesto, no la llamó ningún rastreador, ni del Ejército ni del SAS, a pesar de que se declararon los contagios y el foco. Y eso que entonces estaban los 8.000 sanitarios del contingente de refuerzo contratado para luchar contra el covid, esos que ha despedido ahora la Junta de Andalucía. Así que me escribe, recién pasada la angustia, para decirme que muy bonito lo de Pedro Sánchez y los presidentes autonómicos con lo de las mascarillas por la calle, que con eso está ya todo arreglado. Me dice más cosas, claro, pero no creo que esté elegante que las ponga por escrito. Y cruzo los dedos para que nadie de mi entorno enferme, que la atención primaria no está para bromas. Ahora que ha pasado la histeria de la Nochebuena la Junta va a poner 91 autocovid en Andalucía. No diremos lo de a buenas horas, mangas verdes, porque los contagios siguen, pero ganas no nos faltan.