En los relatos anteriores a la filosofía presocrática aún habitan los mitos a través de los que llegan ecos y reflejos lejanos del nacimiento del mundo. El pasado, entonces (no hace tanto, menos de 30 siglos), todavía importaba. Hay una inversión completa de la importancia de las cosas cuando la filosofía se vuelve ciencia y empieza a pensar solo en el futuro, un mal en el que aún vivimos. Las historias de los orígenes están repletas de grietas, cuevas, vórtices con manaciones todavía sin clasificar. En la fascinación por las imágenes del volcán de la isla de La Palma debe de haber una reviviscencia de ese fondo de mitos sobre el que se asienta, como un palafito, el pensamiento racional. Pero todo espectáculo tiene duración y, cuando no cesa, hasta los que gozaban del programa -incapaces de sentir con las víctimas- empiezan a removerse: ¿y si fuera el spot anunciando un regreso?

*Periodista