Hace frío. Noviembre. Lo siento: tengo que volver a escribirte de los malos tratos, esa violencia que nos prometen resolver, pero no cesa. ¿Qué decirte, querida mía? Yo solo puedo señalarte, una vez más, los síntomas de un maltratador, por si puedo ayudarte a que no caigas en su trampa. El peor, el más terrible no es ese bestia que te llena de moratones y hasta te asesina. El peor es esa víbora helada, sonriente ante los demás, que penetra en tu alma y te va matando desde dentro, hasta dejarte muerta en vida, y sin que lo vean, ni siquiera tú. Es el que te asesina para el resto de años que te queden hasta tu entierro. Por favor, no caigas en sus trampas de emotividad. Quien ama de verdad no juega con las palabras ni con las promesas. Escúchame: Te hará creer que te ama, con palabras, y te demostrará con hechos que no te ama. Y tú creerás en sus palabras para justificar sus hechos. Un día se mostrará muy cercano, y al día siguiente ni te mirará. Te reprochará tu manera de ser. Estará siempre al acecho de encontrarte un fallo. Te dará y te quitará, con esa táctica de látigo y premio que utiliza el amaestrador, porque todo su objetivo es dominarte para que tú misma te anules. No es honrado ni siquiera para reconocer ante ti y los demás que no te ama y quiere dejarte, sino que te presionará hasta ponerte en la disyuntiva de ser tú la que te separes, y así él quedar bien ante los demás, y tú como la que has fallado. Tantas veces te engañe, tantas veces te hará la comedia del arrepentimiento, y tú lo creerás, y le darás otra oportunidad. Así hasta que te haya comido la voluntad, y aunque veas que vives en una pesadilla, ya no puedas liberarte, porque ha entrado en tu inconsciente, ha suplantado tu persona, y desde ahí te domina a través de ti. Él ya no tiene que hacer nada, te tiene totalmente poseída; y tú actuarás a su favor desde ti misma, porque te creerás la culpable de que él te diga que no es feliz contigo. Querida mía: Es algo muy claro y muy concreto. La única solución es irte, porque si te quedas, acabarás abducida. ¡He visto y veo tantas almas muertas en vida, destrozadas con un cáncer, una tristeza y una desolación! Es “no tendría que quererte y sin embargo te quiero”. Y en esto sí que hay igualdad de sexos: es un alma contra otra.

* Escritor