Se ha aprobado el Consejo Andaluz Gitano, un ente político autonómico de intermediación entre las familias gitanas y la Administración. Ya de entrada pido disculpas a aquellas y aquellos que se han esforzado en que esa idea sea una realidad, por la opinión que voy a expresar que parece una contradicción por mi condición gitana de nacimiento, convicción e incluso afición. Pero verán ustedes, es que creo que un consejo de estos a lo mejor tendrá sentido en otras tierras pero no en mi Andalucía porque ese consejo no tiene en cuenta al alma de nuestro sur, ni su sal, ni su música, ni la forma que tienen las madres de coger a los niños por las caderas ni como los llaman por la ventana para merendar, ni los usos y costumbres fundidos de los barrios populares, ni tantas cosas comunes a todas y todos porque esta tierra sencillamente es muy diferente para bien de sus hijas e hijos a todo el universo conocido y seguro que por conocer. Me podrían decir que el Consejo busca una vía donde se escuchen las reivindicaciones gitanas directamente como lo tienen otros países europeos. Pues miren, en eso tengo mis reservas porque los poderes públicos autonómicos andaluces atienden a las familias en riesgo de exclusión social gitanas como atienden a las demás familias en situación de urgencia social. Y ya puestos sobre la supuesta eficacia que tendrá este consejo para el progreso social de las familias gitanas de entorno marginal, expongo un dato objetivo: en Europa hay consejos de estos y solo veo familias gitanas de por ahí arriba que vienen aquí a buscar chatarra y no conozco ninguna familia gitana andaluza que emigre a esos países a buscar trabajo. Entonces ¿de qué sirven a esos consejos étnicos europeos si los gitanos de allí vienen para acá buscando mejores condiciones de vida? Siendo así, ¿es un avance social este consejo? Y si la cosa no va por ahí, sino que este consejo tiene carácter de aumentar la buena imagen de los andaluces gitanos vuelvo a la odiosa comparación: si en esos países europeos con órganos políticos étnicos, los gitanos no están reconocidos o tan reconocidos culturalmente como sí lo están en Andalucía ¿para qué tanto lio? Además, díganme que puede pensar por ejemplo un gachó de las Palomeras de la Línea, o de las tres mil de Sevilla, o de la Palmilla malagueña o de la Chanca almeriense o de las Palmeras de Córdoba casado con una mestiza (gitana/paya) con seis niños y parado: ¿Qué pasa, le ampara ese consejo o no es suficientemente gitano? O si hablamos una merchera (grupo social no gitano pero paralelo) casada con un gitano y con un porrón de niños y que tiene que pedir la Renta Vital por su situación desesperada, ¿la pide a través del consejo o va directamente a la asistenta social del Centro Cívico de su barrio que está en frente a su casa? Y otra cosa: si se crea un consejo autonómico gitano de carácter formal pues habrá que identificar también a los gitanos formalmente porque entonces no sé yo como se podrán cuantificar y elaborar los proyectos. Y eso cómo se hace, ¿poniéndolo en la certificación de nacimiento? ¿con un censo étnico? ¡qué horror! Por Dios, que la riqueza cultural es más sublime, natural y popular. La operatividad de nuestra democracia se divide en patrones territoriales y/o de capacidad económica. No obstante, no quiero cerrar la puerta a las buenas intenciones de ese consejo para superar la exclusión social y estaremos pendientes de sus efectivas acciones. Pero sí les advierto: la creatividad en la gestión pública tiene su impulso en las necesidades del pueblo. Cuando la creatividad está principalmente motivada, no por las necesidades de los destinatarios sino por la creación del instrumento en sí, se corre el riesgo de terminar en chiringuitismo. Y para chiringuito, prefiero uno que sale más barato al contribuyente que hay en la playa del Palo de Málaga que están los espetos a tres euros para todas y todos.

** Abogado