Al finalizar el pasado domingo la Feria Internacional de Frankfurt considerada como la mayor feria comercial del libro del mundo, España tomó posesión de país invitado de honor para la de 2022. Canadá lo fue este año. Visité aquel recinto en 1962 durante mi primer viaje a la República Federal de Alemania; fui como turista cultural. Allí en el estand de España conocí a Jesús Aguirre, director de la Editorial Taurus. No me podía imaginar que aquel curita, becario en Múnich, llegaría a ser duque de Alba. El mundo no es solo un pequeño pañuelo, es mucho más como la que visité. Por la recién clausurada han deambulado 270.000 personas y hubo 7.200 expositores.

Tampoco me podía imaginar entonces que años más tarde cubriría casi anualmente para TVE este gran acontecimiento literario donde el protagonista es el libro. Cientos de miles de títulos se exponen año tras año ante editores y profesionales procedentes de todos los confines del mundo. Buscan las últimas novedades para contratar los derechos de publicación en sus respectivos países. Cada año que pasaba de mi visita profesional, cuyo trabajo lo prefería a entrevistar a políticos, aumentó mi convicción de que el libro, como yo siempre lo conocí, podía tener los días contados. En cada edición aumentaban los soportes electrónicos que no necesitaban papel ni impresión. En esta edición he visto por la televisión alemana el predominio de lo espectacular. Nada que ver con aquella feria de 1962. Yo siempre visitaba los expositores de las pequeñas librerías donde me imaginaba que el libro bien encuadernado, el libro de papel, perduraría.

*Periodista