Es verdad que criticar a los políticos es la vía fácil. Es verdad que el trabajo de los políticos está denostado y mal valorado; los hay muy valiosos con buenos frutos, pero la mayoría es forraje. Pero no es menos cierto que en una visión general, la opinión de la gente sobre nuestros representantes es mala o muy mala y yo creo que mucho rechazo popular es culpa de ellos, que solitos se lo buscan de tanto criticarse entre sí. Porque es que hasta los aplausos que hacen son falsos en el sentido de que no cumplen la función para la que los aplausos fueron creados.

De toda la vida y en todos los ámbitos, batir las palmas ha significado la máxima expresión del reconocimiento ajeno hasta que a los políticos les dio por aplaudir y así usar este ruido colectivo como instrumento agresivo y vengativo. Desde entonces, los aplausos están tan desnaturalizados que deberían extinguirse de los hemiciclos. Porque que es que últimamente solo se aplauden a sí mismos, y eso no vale. Fíjense si no cuando habla un líder, que solo le aplaude su grupo, diga lo que diga. Pues como pasa con los aplausos que han perdido su sentido, los ciudadanos ya nos estamos haciendo un lío y pudiera ser que no votemos por raciocinio sino por fanatismo contagiado por ellas y ellos y por eso a lo mejor votamos al que no debemos porque estamos emocionalmente secuestrados por ese electoralismo ambicioso que consigue eliminar en nuestra mente un análisis lógico que determine quién de verdad merece nuestro voto. Entonces, a la vista de esto, ¿y si buscáramos un sentido del voto ajeno a ese electoralismo tan subjetivo que predican los partidos políticos? Propongo un plan de voto ya que la sociedad española es democráticamente madura y más o menos podemos sacar conclusiones a nivel popular y no partidista de qué y quién nos conviene más. Porque se me antoja que podríamos votar de otra forma: sin campaña electoral; la izquierda y la derecha se critican mucho cuando precisamente su tándem es lo que nos hacer crecer como sociedad. Vamos, que son y pueden ser un gran equipo y no se dan cuenta de ello (o si y quieren hacernos creer que no). Yo creo que la izquierda sirve para avanzar en democracia y la derecha para afianzar estos avances. Porque avanzar sin asegurar lo conquistado puede acabar en derrota, pero si no se avanza por miedo a perder lo conquistado pues al final te hace retroceder. Así que el voto no depende tanto del partido democrático como del momento que viva esa democracia. Y para discernir esta cuestión hay que suprimir las campañas electorales que al buscar el poder propio y no la felicidad del otro nos distraen de razonamientos necesarios para decidir el sentido del voto útil para todos.

* Abogado