Llamo así al que no se empecina en cada jugada y se permite perder algunas pensando en el final de la partida. ¿Es de esta clase el jugador Sánchez? Su apuesta más arriesgada (la que lo llevó a Moncloa) es un pacto semisumergido con los nacionalismos radicales, buscando atar a la vez el poder, el cambio social y el mapa del Estado, aunque en el horizonte haya que repensar su simetría. Parece haber sobrevivido a la pandemia. Incluso podría haber obtenido de ésta el rédito de cierta paralización de la política, que ahora le dejaría lanzar el balón de las jugadas decisivas con Cataluña al otro lado de la actual legislatura. Maestro de la economía de tiempos (como buen baloncestista), una vez desgasificado algo el conflicto catalán quizás su suerte dependa de que la otra economía se recupere en la postguerra del covid-19.

Y de la suerte misma, su aliada hasta ahora.