No hay más que pasear por Córdoba en pleno verano para percatarse de que eso de solucionar el calor o «la caló» no va con nosotros. Este verano nos han picado el billete a los cordobeses con la contundente ola de calor de la que los mayores del lugar no había conocido ni su nombre. El cambio climático no es un bulo o una ‘fake new’. Es tan real como que nuestra calidad de vida puede verse mermada hasta el extremo de no poder realizar en épocas de estados de alarma por calor una vida normal, por no hablar de una merma en nuestra salud. Córdoba como ciudad no está preparada para implantar medidas eficaces y eficientes contra el calor asfixiante. Los tristes toldos del centro son más un brindis al sol, pues hay muchas más calles comerciales en Córdoba donde los barrios se llenan de vida y negocio. En términos generales a los cordobeses cuando salimos a la calle en plena canícula nos falta sombra y agua.

La primera en forma de entoldados y más árboles de sombra, y la segunda con más fuentes. No hace falta que inventemos demasiado, pues en otros lugares del planeta ya han sido más diligentes que nosotros. En Águeda (Portugal) lo han llevado a la máxima expresión con el Umbrella Sky Project, una curiosa instalación que desde 2011 se despliega con paraguas cada año coincidiendo con la celebración del festival de arte local, y que se mantiene durante los calurosos meses de julio, agosto y septiembre. También en Guimarães, otro municipio portugués cuyo casco histórico medieval es Patrimonio de la Humanidad según la Unesco. Por su ubicación, se trata de un lugar muy caluroso en verano, así que a los responsables del proyecto ‘Fountain Hacks’, ganador de un concurso convocado por el Ayuntamiento en 2012, se les ocurrió reutilizar las fuentes como una especie de piscinas o parques acuáticos donde la gente pudiera refrescarse y pasar un buen rato durante los meses de junio, julio y agosto. O le echamos imaginación o nos morimos no de éxito, sino de calor.

* Mediador y coach