Nunca ha habido una segunda residencia en mi familia o hemos veraneado de manera asidua en el mismo lugar. Por supuesto, nada de complejos hoteleros como el de Dirty Dancing. Pero la canción más conocida de la película ha estado muy presente en mi idea de verano.

Siempre he pensado que llegaría uno que fuese ese Time of my life lleno de emoción, aventura y alegría, frente al aburrimiento y el hastío de las tardes de calor ardiente en Córdoba en las que yo devoraba libros como si el fin del mundo fuera a acontecer de un momento a otro y mi única pretensión era aprovechar al máximo la programación de los cines de verano y planear escapadas a todas las ciudades donde tenía amigas.

Sin embargo, sí que hubo un verano en el que fui plenamente feliz: el anterior a comenzar la Universidad. Me duele que con este contexto las adolescentes no puedan aprovechar el que se presenta en potencia como uno de los mejores veranos de sus vidas: las pruebas de Selectividad han pasado, en septiembre toca una nueva etapa y hasta entonces todo debe ser disfrute. Para mí lo fue. Fui tremendamente feliz en París durante dos semanas yo sola en una residencia. Aprendí a moverme en el metro de París como una parisina más, de manera que el de Madrid me pareció facilísimo. Y me sentía increíblemente libre, a punto de todo. Eran tiempos en los que podía pasar cualquier cosa sin ninguna restricción.

Por eso me pesa mucho que mi primo Andrés, a punto de comenzar su periodo universitario, no pueda disfrutarlo de la misma manera por el dichoso Covid. Sí, cada vez falta menos para que todos estemos vacunados, pero las cifras de contagios no paran de subir. Estamos ante la quinta ola y cómo conseguir en este contexto el mejor verano de tu vida. Si tuviera la respuesta, Andrés ya estaría en medio de su Time of his life.

Mientras, hago cábalas sobre cómo hacer mi verano menos horrible entre tanto dolor y dificultades para viajar. Cada cual se las apaña para sacar sus destellitos de ese verano de nuestras vidas tan ansiado. Quizás toque poner la vista en los pequeños logros, los ratitos mágicos que le robamos a un contexto tóxico de mucho calor y pocos viajes soñados. Quedarse con esas noches en las que por fin refresca y nos pilla en una de las mejores compañías, con las personas a las que amamos, brindando por ese instante, ese Time of our lives tan brillante e intenso.

* Escritora