Una de las mejores cosas que le han pasado al cine y al audiovisual en general, por no decir la mejor, es la redefinición de lo que se entendía no hace mucho (y a excepción de figuras concretas a lo largo de la historia) por ser una mujer con poder dentro de la industria. Este año se estrenó en HBO la serie Mare of Easttown, en la que la actriz Kate Winslet ejerce de protagonista y debuta, tras treinta años en la industria, como productora ejecutiva. Las redes se iluminaban ayer con una foto imponente de Michaela Coel para la revista Variety, honorada como una de las seis líderes creativas de la comedia. En ella, la mujer que hay detrás y delante de la magnífica serie Podría destruirte (2020) aparece coronada por una aureola. Estos últimos meses, han aparecido varios artículos sobre el peso que tiene en Hollywood como productora la actriz Reese Witherspoon, con su serie Big Little Lies (2017-2019) como punta de lanza. Y la británica Phoebe Waller-Bridge ha pasado, en cinco años, de crear la serie independiente Fleabag a firmar un contrato multimillonario con Amazon a finales de 2019 y prepararse para coprotagonizar, con Harrison Ford, el nuevo Indiana Jones. Hay más ejemplos, pero lo importante no es tanto (aunque lo es) una mayor presencia de mujeres en la industria como el trabajo que hacen para cambiarla.

Hasta no hace mucho, la idea generalizada de lo que significaba tener éxito en la industria era hacerse un hueco en un mundo de hombres. Una imagen que representa eso es la de Kathryn Bigelow, recibiendo el Oscar por En tierra hostil (2008). Sería injusto infravalorar el momento: era la primera mujer en la historia que ganaba la estatuilla, y ese premio y esa imagen fueron inspiradores para muchas personas. Pero, visto hoy, el vídeo en el que Bigelow recoge su premio se siente in-cómoda. Además del mosaico de nominados (ella y cuatro directores), contrarían un poco la imagen de ella (levantándose de la butaca rodeada de hombres) la proporción de agradecimientos a varones en su discurso y cierta celebración del premio, más por lo exótico que por lo merecido. No seré yo quien ponga en duda la importancia de Bigelow como cineasta y referente. Pero, en gran medida por el efecto que han tenido los movimientos Me Too y Time’s Up, ser hoy importante en la industria implica mucho más que ser visible. Las creadoras que encabezan este artículo no son sólo importantes por ganar parcelas de poder en un entorno poco paritario. Lo son por implicarse sin reservas en proyectos en los que creen. El objetivo de asumir ese rol no es confeccionar proyectos para su lucimiento, aunque algunas cuenten que era la única manera de poder interpretar a personajes que les interesaran. El objetivo de estas creadoras es sacudir los cimientos de la industria de maneras distintas.

*Periodista