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ENTRE VISILLOS

Rosa Luque

Paisajes de luz en medio de la oscuridad

El último poemario de Sánchez Zamorano muestra que la cultura no puede confinarse

Esta vez se superó a sí mismo. Todos los actos de presentación de libros salidos de la buena pluma y la sensibilidad de Francisco de Paula Sánchez Zamorano, y ya lleva unos cuantos tras de sí, suelen ser acontecimientos sociales, pero el que protagonizó en la tarde del pasado martes fue especial. Y lo fue no porque en plenas restricciones sanitarias por la pandemia este jurista de prestigio y literato ferviente consiguiera reunir en torno a sí a la plana mayor de las autoridades cordobesas --empezando por el alcalde y acabando por el rector, anfitrión de la cita y su moderador--; ni porque llenara el salón de actos del Rectorado todo lo que permitía el aforo recortado. Cabía esperarlo, como siempre, de alguien que, tanto desde su cargo de presidente de la Audiencia Provincial como en su faceta de académico numerario y ciudadano sin más tiene una especial habilidad para llevarse bien con todo el mundo y hasta hacerse querer más allá del ámbito institucional, creando amigos leales a su paso. Lo especial fue ese aliento de vida, el horizonte de esperanza en estos tiempos oscuros que dejó en todos los presentes el cóctel que se ofrecía: versos con fondo de guitarra --la interpretación de Baris Yavuz, músico turco afincado en Córdoba, puso al personal la carne de gallina--, y el rastro alegre y de brillante color que desprendía la pintura del artista Pedro Roldán, autor de las hermosas ilustraciones del libro que se proyectaban en grandes pantallas, de las que podría decirse aquello que un crítico famoso atribuyó a los lienzos de Rafael Botí, que en ellas se oye cantar a los pájaros. Y sobreimpresionado en este panorama idílico, el recital de poemas a cargo de su autor, dominador de la escena y alquimista de sentimientos, que fue deshilachando hasta quedarse desnudo íntimas composiciones de verso libre llenas de amor, ensoñación y canto a la naturaleza.

Porque de naturaleza domesticada por un férreo romanticismo, contemplada a la sombra de una acacia o desatadora de pasiones bajo la bóveda celeste; de cipreses rasgando el cielo de septiembre y de surtidores sobre el musgo y los helechos que llaman a la meditación va este poemario que su autor ha titulado ‘Paisajes habitados’. Lo habitan sensaciones y deseos más que realidades, pues estos paisajes imaginados fueron las ventanas por las que Francisco de Paula Sánchez Zamorano respiró y sintió durante los momentos más duros del confinamiento del año pasado, cuando las casas se hicieron prisión y el miedo y la incertidumbre condena de la que él se libró --de alma, porque la parte corpórea cayó presa del maldito virus-- gracias a las metáforas.

El último libro de este creador todoterreno --aborda también con soltura la novela, el relato o el ensayo-- ha sido lujosamente editado, como los anteriores, por Ánfora Nova, la editorial de Rute que da nombre, o viceversa, a una de las revistas literarias de mayor prestigio internacional, paraíso de las letras y las artes donde tienen acomodo desde vates cercanos a premios Nobel. Un empeño personal de José María Molina Caballero, quien hace ya tres décadas quiso demostrar que se puede alcanzar la internacionalidad desde lo local y lo logró de sobra. Y ello a base de creatividad --él mismo es escritor--, generosidad y el olfato literario que le lleva a hacer fichajes ganadores. Como Sánchez Zamorano, hombre que tiene el derecho por profesión vocacional y la palabra escrita como pasión y luz furtiva contra las tinieblas.

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