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Tenemos un consejero de Sanidad, Aguirre, que antes era médico: ¿Qué hace ahí con una formación acorde? ¿No ven que deja en evidencia a la mayoría? Pero hay más: tiene un lenguaje de barrio. ¿Cómo se le ocurre al colega hablar como la peña? ¿No ve que entonces que como es más basto que un arado no puede ser fino en sus decisiones? Y da igual que tenga carrera y un sinfín de másteres. En fin, que hay que derribarlo, que aquí solo se le consiente todo al Simón porque este está clarísimo que cuando se pone cercano es por quitar hierro a tanta tragedia (habría que ver el sueldo del héroe este). Pero el de aquí es un incompetente porque habla como la gente. Y que da igual que tenga formación porque a los andaluces no se les permite tener acento andaluz si en España aspiran a un puesto serio. Al contrario que los catalanes con ese tono que parece que tienen un alfiler de tender la ropa en la nariz; cuanto más apretado más se les valora. O los gallegos que parecen que están todo el día apenados cuando hablan; pues cuanta más pena más seriedad. ¡Oye, pero que ya está bien con Andalucía! Al consejero han querido crucificarlo porque ha dicho que las últimas gotas de la vacuna son un «culillo» aprovechable. Dicen que utiliza un vocablo del populacho y por tanto, tendría que dimitir por cateto. Y mientras, en estos días, como locos, hay un montón de políticos sibaritas que están provocando un escenario político de vergüenza internacional. En fin, la política española tiene la caradura de fijarse en las expresiones de toda la vida para cuestionar un desempeño, pero no se corta en hacer lo que haga falta a espaldas de un pueblo enfermo, para seguir con esas nóminas que son más que el cuponazo, de ese que da 3.000 euros mensuales durante 25 años y te asegura una jubilación de primera categoría. Porque no duden de que la que están formando no es por la salud de los españoles sino para no perder comba. Y luego tienen la jeta en elecciones de coger palas con los cascos limpios... ¡Me cago en la orden consagrá, que piara de liantes! Hace poco me decía una gran persona de estas que se ha ganado el respeto de todas y todos a base de esfuerzo y de currículo: yo no valgo para la política, veo cosas que no soporto. Por ejemplo: ¿cómo es posible que haya personas que lleven tanto tiempo en política, de un paso a otro y en primera línea, no ya sin aprobar una oposición, sino sin una sola medida estrella que los avale? ¿Es que no hay más gente válida en el PSOE? ¿Es que no hay más gente valida en el PP? ¿Siempre tenemos que ver las mismas caras? Mi amigo lleva razón. Tenemos que cambiar esto saliendo a la calle (cuando se pueda). Pero no a votarlos sino a exigir que se vayan de la política todos aquellos que intentan apurar hasta el culillo de su vida laboral.

* Abogado

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