La crispación entre grupos políticos y entre políticos de los grupos es parte de la praxis política. Por un lado, hay que mantener a codazos y voces el perfil propio en el mercado del voto, y, por otro, hay que cortarle la cresta al que se engalla y toma ventaja, pues esa ventaja suya es desventaja de los demás. Así es cualquier mercado, y de ahí que el bullicio en el Congreso se parezca a veces al de una puja a la llana entre tratantes de algo. No estoy en condiciones de saber si el exministro Illa lo ha hecho bien o mal, pero si antes había división de opiniones y ahora su absoluto fracaso es patente para todos los partidos menos el suyo, se debe simplemente a que le iban bien las encuestas como candidato a la Generalitat. A veces, para mostrar que su crispación es justa el político se siente obligado a gesticular como un mandril, pero eso (hacerlo y sufrirlo) también va en el sueldo.

* Periodista