Opinión | Hoy
La cruz
Me mandas un mensaje: ¿Escribirás sobre la cruz en otro vertedero? Sí, escribiré; escribiré la oración de mi silencio. No esperes que responda a la violencia con violencia. Mis palabras son las palabras de la vida, porque yo soy hijo de la cruz, hermano de su paz y fruto de su amor. Ante la violencia solo poseo la oración de mi silencio. Mi alma, una mañana más y en otra tarde más, ha subido a las Ermitas, y en el corazón de su capilla ha orado de nuevo por la paz. Luego, con esa paz, he descendido hasta la niebla de ese vertedero y tantos vertederos donde se arroja la inocencia. Sentado junto a la cruz, he mirado al confín del horizonte y he vuelto a orar el sueño por el que doy mi vida. Es la humanidad hacia la que camino. Me la legaron otros. Sé que aún queda mucho para llegar a ella. Pero yo soy fruto de la luz y no puedo soñar sin esperanza. La esperanza me hace humano. Sufrir sin inocencia ni esperanza me convierte en más violencia y más desolación. ¡Es tan hondo el sufrimiento de la oscuridad! Cada corazón honrado da la vida sin violencia por aquello en lo que cree. Ahora llueve y hace frío sobre la cruz abandonada; la escarcha la estremece. Pero ella no cesa en dar forma al amor. Ella me dice que llegará la definitiva primavera y dibujarán su silueta las amapolas de la vida. Las golondrinas ya nunca se irán de entre su brisa; y el cielo para siempre será azul. Alcanzaré ese sueño y dormiré en su eternidad. Será un mundo donde cada ser humano abrirá las puertas de su muerte llevado de la mano de aquello en lo que cree, y rezará a su dios o a su esperanza; un mundo donde nunca abandonaremos la inocencia de la niñez en nuestra alma; un mundo donde no haya violencia ni poder, sino que cada cual comparta con los otros los bienes que le donó la vida; un mundo donde todas las fronteras formarán una única frontera de manos que reciben, que apoyan y que abrazan; un mundo donde cada ser humano nazca con la piel de todos los demás; un mundo donde cada uno llevemos la bandera tejida con todas las banderas, y donde hablemos todos todas las palabras que terminan en la palabra amor. Y este mundo, girando eternamente por el cosmos, será una luz de paz y de alegría para todo el universo. Ésta es mi oración y éste es mi sueño junto a la tierra de la cruz.
* Escritor
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