La primera vez que salí al extranjero, en 1954, fue a Inglaterra por Francia. Iba imbuido de prejuicios antimonárquicos. En España la Dictadura prevalecía sobre cualquier otro régimen. No olvido cómo un grupo de jóvenes falangistas con paso militar, irrumpían en la facultad de Derecho gritando una canción que terminaba «abajo el Rey». En Inglaterra descubrí que la monarquía estaba bien vista. En los medios de comunicación y en el ambiente ciudadano no la consideraban como una reliquia del pasado sino como un régimen que mantenía cohesionado al Reino Unido por encima de la alternancia política. Me acabo de enterar que en la UNED hay una cátedra sobre la monarquía parlamentaria; su titular es Ángeles Lario. En una entrevista en El Mundo ha aclarado muchas cosas que chocan con tantas noticias falsas. No es cierto que nuestra Monarquía sea cara. Las de España y Bélgica son las más baratas de las muchas que perviven en el mundo. Tampoco es cierto que sea un régimen obsoleto y apergaminado. Alaba Ángeles Lario la racionalidad de una monarquía parlamentaria. No es solo una cuestión de herencia y tradición; es un poder neutro que solo puede ejercerlo quien no ha sido elegido por partido alguno. Pero lo que se amplifica con los apesebrados altavoces mediáticos es lo contrario: «Al Rey no lo ha elegido nadie». Se queja Ángeles Lario: «¿Dónde se enseña el funcionamiento de las instituciones?». A los que piden un referéndum sobre monarquía o república, les falta concretar: ¿Qué república, una como la República Democrática Alemana que conocí o como la República Venezolana?

* Periodista