Esta Navidad volveremos a ver la estrella de Belén. Durante una semana en torno al 21 de diciembre, Júpiter y Saturno llegarán a juntarse tanto que se verán como una sola estrella si se mira hacia el oeste tras la puesta de sol, un fenómeno que no ocurría desde hace 800 años y que no se repetirá hasta el año 2080. Siempre hemos mirado al cielo en busca de respuestas. En la Antigüedad se creía que igual que es en el Cielo así es en la Tierra. Ahora sabemos que la Tierra y la vida aquí tal como la conocemos está muy influida por la historia y el destino de nuestro Sol, nuestra galaxia, la Vía Láctea, y el Universo en su conjunto.

Observando ahí arriba buscamos planetas o lunas donde poder vivir en el futuro. Ne-cesitamos alternativas a la Tierra porque nunca ha sido, ni lo será, un lugar totalmente seguro. Para mejorar las probabilidades de supervivencia a largo plazo, la Humanidad necesita colonizar otros mundos, porque es solo cuestión de tiempo, y no sabemos cuánto, que un meteorito, una tormenta solar o una supernova acaben con nosotros.

Hasta hace poco se creía que la Tierra era un lugar único en el Universo para albergar la vida, y que la vida no era más que un milagro. Ahora ya no estamos tan seguros de esto último, porque los astrónomos cada día encuentran más exoplanetas, y algunos de ellos ya podrían reunir condiciones muy similares a la Tierra. En un reciente estudio hecho por astrónomos de la Universidad de la Columba Británica sobre datos del Teles-copio Espacial Kepler, se calcula que una de cada cinco estrellas similares al Sol alberga un planeta muy parecido a la Tierra. Según los astrónomos, para ser considerado similar a la Tierra, un exoplaneta debe orbitar una estrella tipo G, similar a nuestro Sol, a una distancia que caiga dentro de la llamada zona de habitabilidad, ni demasiado lejos ni demasiado cerca de la estrella. En esa zona, el exoplaneta podría ser rocoso y reunir condiciones ambientales compatibles con la existencia de agua líquida. Además, hay otras condiciones que tener en cuenta para considerar un planeta habitable, como la forma de su órbita, su ángulo y velocidad de rotación, su atmósfera o la existencia de fuentes de energía aparte de la luz de su estrella, como el calor de su núcleo.

Haciendo algunos cálculos razonables sobre el número de estrellas tipo G de nuestra galaxia, los astrónomos han hecho una estimación sobre el posible número de exoplanetas que tienen cualidades similares a la Tierra dentro de la Vía Láctea, nuestra galaxia. Según las estimaciones, nuestra galaxia contiene alrededor de 400 mil millones de estrellas, de las que el 7%, o sea 28 mil millones, son de tipo G. Eso significa que, solo contando la Vía Láctea, deberíamos aceptar la existencia de unos 6 mil millones de planetas similares a la Tierra.

Si la vida fuera un milagro, algo absolutamente excepcional que requiere unas condiciones únicas para que surja, en ese caso daría igual hacer ese tipo de estudios y estimaciones sobre otros posibles mundos parecidos al nuestro. Seríamos uno entre 6 mil millones. Y punto. Pero eso lo sabemos. Ignoramos si la vida es en realidad inevitable dadas ciertas circunstancias.

Según David Kipping, profesor del Departamento de Astronomía de la Universidad de Columbia, estudiando cómo surgió y se desarrolló la vida en la Tierra, se puede estimar la probabilidad de cuatro situaciones distintas: a) La vida es común y a menudo desarrolla inteligencia. b) La vida es rara, pero a menudo desarrolla inteligencia. c) La vida es común y rara vez desarrolla inteligencia. d) La vida es rara y rara vez desarrolla inteligencia. Como conclusión de su estudio, Kipping dice que la probabilidad de que la vida sea algo común en el Universo, incluso de que haya vida en forma de seres conscientes e inteligentes, es mucho mayor que la probabilidad de que la vida sea un milagro único en la Tierra. Lo que vamos sabiendo apunta cada vez con más firmeza a que no estamos solos. Y quizás no fuimos los primeros.

* Profesor de la UCO