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La vida por escrito

Miguel Aguilar

Ciencia contra covid-19

«La prevención ha fracasado en países donde la ciudadanía no se presta a un riguroso control social»

Con el virus covid-19 pasó que algunos lo ocultaron durante unos días, o puede que fueran semanas o meses; un tiempo que habría sido útil para evitar su expansión desde Wuhan. Nosotros empezamos ignorándolo, infravalorándolo, pasando por los filtros de la política los avisos de la OMS, hasta que nos estalló sin estar preparados. En España llevamos un mínimo de cincuenta mil muertes directas y más de un millón de infectados. Y la epidemia sigue su propagación en esta segunda ola.

A estas alturas queda claro que la prevención, aunque parece funcionar en China y algún otro país asiático, ha fracasado en países donde la ciudadanía no se presta a un riguroso control social o carece de conciencia social suficiente. De todas formas, tampoco las medidas preventivas serían suficientes a largo plazo, si el virus no se erradica por completo y se mantiene vivo en los reservorios desde donde saltó al hombre. Por eso, luchar contra él de todas las formas posibles es ya inevitable. Y para poder combatirlo necesitamos conocerlo bien: aprender cómo se mueve, cómo infecta y qué daños provoca en el organismo. Toda esa ciencia es imprescindible para un desarrollo de la medicina con la que poder acabar con su amenaza.

La vacuna se presenta como la solución. Dará a una buena parte de la población cierto nivel de inmunidad; por eso se considera una herramienta esencial para poner fin a la pandemia. Pero una vacuna tarda mucho en desarrollarse, sobre todo porque se considera imprescindible haber demostrado su seguridad. Según la OMS, actualmente hay más de 180 proyectos de desarrollo de vacunas contra el covid-19, unos más avanzados que otros en esta carrera por conseguir demostrar su seguridad y la aprobación para su uso generalizado en la población sana. Y aunque unos investigadores dicen que algunas podrán llegar a la meta antes de final de año, otros lo posponen hasta al menos mediados de 2021. Incluso una vez aprobada una vacuna, la inmunización de la población llevará meses; o años, si pensamos en toda la población mundial de países muy pobres con un sistema de salud precario. Además no hay que descartar la posibilidad de que quizás estos desarrollos no sean suficientes, porque desconocemos lo eficaces que serán, cuánto tiempo mantendrán su eficacia, ni si el virus evolucionará de modo que haga necesario combatirlo con nuevas vacunas cada año, como ocurre con los virus de la gripe. Ni tampoco si surgirán nuevos virus aún ocultos en el anonimato de la inmensa complejidad de la naturaleza.

Por todas esas razones, las vacunas no son suficientes. Por lo pronto ya llegan tarde para millones de personas que están padeciendo o padecerán la enfermedad en las próximas semanas y meses. También hace falta el desarrollo de medicamentos para combatir la infección y sus consecuencias. No hay medicamentos realmente efectivos. De todos los que han salido a la palestra durante estos meses, solo uno, la dexametasona, ha demostrado tener poder para reducir la mortalidad; el resto de candidatos han decepcionado. La OMS decidió descartar los tratamientos con hidroxicloroquina (ya usado contra la malaria), la combinación de lopinavir/ritonavir (antivirales contra el VIH) y el interferón, al no poderse probar su capacidad para reducir la mortalidad o retrasar el agravamiento de los pacientes. Incluso remdesivir ha decepcionado; si bien hay un antiviral de la empresa Pharmamar, Aplidin, que es mucho más efectivo, aunque no se podrá comercializar antes de septiembre de 2021.

Esta carrera a toda máquina por lograr vacunas y medicamentos contra el covid-19 requiere tiempo, dedicación y recursos. Hace falta cantidad de dinero. Pero ese dinero, aunque suene excesivo, no debería considerarse como un gasto, sino más bien como una inversión. La inversión en investigación y desarrollo, incluso la investigación mal llamada básica, nos dará conocimiento. Solo conociendo el mundo podremos estar preparados y responder para sobrevivir ante sus cambios y sus amenazas.

* Profesor de la UCO

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