Después de muchos años, la imagen por antonomasia de san Rafael, la que recibe culto en la iglesia del Juramento, salió procesionalmente desde la misma en octubre de 2012, pasando en su itinerario junto al altar dedicado al Arcángel Custodio que existe desde 1801 en la confluencia de la calle Candelaria con la de Lineros. El altar adornado con flores e iluminado con velas, recibía a la imagen del Arcángel que quedó estacionada en su paso sobre un manto de tomillo, juncia y romero que cubría toda la calle mientras la soprano Cristina Avilés, desde los balcones de Bodegas Campos, elevaba hermosos cantos a su paso, que finalizaron con las oraciones y vivas de los presentes, para proseguir su caminar hacia la mezquita-catedral.

Desde entonces el altar se ha ido deteriorando hasta el punto de que solo cuenta con uno de los faroles que lo alumbraban, sin olvidar el palpable mal estado de todas las partes del mismo, a pesar del carácter emblemático que tiene para la ciudad. La imagen de la Virgen de Linares que existía en la hornacina cerrada por una pequeña verja ya desapareció hace muchos años y fue sustituida por la reproducción de un grabado de dicha advocación mariana que a su vez fue sustraída y finalmente reemplazada por una pequeña efigie de la Inmaculada Concepción. Una futura restauración debería restituir la presencia de una imagen de la Virgen de Linares en dicha hornacina del altar, por cuanto es a esa histórica devoción mariana cordobesa a la que se quiso honrar cuando se levantó dicho altar en la vía pública.

La última vez que se realizó una restauración integral del altar con la intervención de Rafael Díaz Peno, se llevó a efecto en 1937, celebrándose el 14 de febrero de aquel año la nueva bendición por el entonces párroco de San Francisco y San Eulogio Carlos Romero Berral, con asistencia de las autoridades de la época, que consolidó anteriores restauraciones efectuadas a causa de los desperfectos ocasionados sucesivamente. Sobre todo cabe señalar entre las anteriores restauraciones, la de 1925 llevada a cabo por Rafael Romero Pellicer, en la que se sustituyeron los antiguos tres cuadros de Antonio Monroy representativos de San Rafael y los mártires San Acisclo y Santa Victoria, por los nuevos que Romero Pellicer pintó al efecto. Restauración que a veces se obvia, de forma que en ocasiones las actuales pinturas del altar se siguen erróneamente atribuyendo a Monroy.

La proyectada restauración que va a acometer el Ayuntamiento de nuestra ciudad, va a devolverle tan singular carácter como exponente destacado de la religiosidad popular rafaelista de los cordobeses, para que el patrimonio histórico y artístico de Córdoba no quede exclusivamente encerrado en los libros, sino que siga estando vivo entre los cordobeses.