Se ha inaugurado en el Museo Histórico de Berlín una exposición del trágico siglo XX analizando desde la visión singular de la filósofa alemana de origen judío Hannah Arendt. Su vida y su obra son el reflejo de una pensadora compleja que forma parte de la tradición cultural alemana. Discípula de maestros como Heidegger, Jaspers y Husserl, que se consideraba sobre todo como una teórica de la política.

Sus ensayos abarcan desde sus iniciáticos Los orígenes del totalitarismo a Sobre la revolución, de su célebre Eichmann en Jerusalén a su última obra La vida del espíritu.

Reflexionó sobre muchos de los temas que nos siguen preocupando hoy, como los derechos civiles, las emociones en política, la crisis de la cultura y, sobre todo, el totalitarismo.

En su obra más conocida, Los orígenes del totalitarismo (1951), aborda el cómo y el porqué emergió un grupo totalitario violento: el partido nazi. El sistema totalitario nacionalsocialista es un régimen sin precedentes, que erradicó cualquier rastro de lo humano.

La tesis arendtiana afirma que estamos ante un régimen radicalmente nuevo, en el que se sobrepasaron todos los límites, por el uso metódico del terror como forma de gobierno.

Los orígenes que hicieron posible que surgiera se encuentran en la historia subterránea de Occidente. Para Arendt no sería éste un producto típico de la cultura alemana, ya que el antisemitismo no explica por sí mismo la idea del exterminio de los judíos.

Ya estaban dadas a su juicio las premisas históricas: el colonialismo en el siglo XX en África había exterminado sin piedad a los nativos sin ningún freno moral, al considerarlos como subhumanos, como población superflua.

Sería el caso de la política llevada a cabo por Leopoldo II en el llamado Congo belga y Cecil Rhodes en Rhodesia. El exterminio fue empleado como instrumento político de terror contra personas sin estatuto jurídico alguno, como si ya estuvieran muertos.

El racismo burocrático en Africa, entendido como una nueva forma de gobierno, como ideología nueva que justificaba el dominio colonial cruel a través de la deshumanización del otro.

En Europa, por su parte, también las minorías étnicas, religiosas o culturales fueron excluidas de sus derechos y expulsados de los Estados Nación.

Los judíos alemanes no eran admitidos como iguales, considerados como parias despojados de sus vínculos sociales y políticos, paso previo a no ser reconocidos ni como ciudadanos, ni como sujetos jurídicos plenos.

Sin derechos, sin pertenencia, sin Estado que les proteja, considerados como escoria social por parte del poder totalitario.

Para el nacionalismo étnico europeo de los años 30, las minorías no encajaban. El sistema totalitario nazi promulgó leyes de excepción basada en criterios raciales pseudocientíficos que llevarían directamente a campos de internamiento para apátridas.

Arendt opone hoy como alternativa su concepto de ciudadanía republicana, de protección jurídica e inclusión de los desplazados, de los emigrantes y de los refugiados con derechos. Con derecho a tener derechos, que ha quedado acuñada como terminología política.

Hoy, Arendt arroja luz sobre los crímenes del pasado y mantiene despierta nuestra conciencia democrática sobre ellos. Nunca más.

* Profesor de Filosofía