Este escrito es un llamamiento colectivo a la colaboración, a la empatía, a la experiencia y a la imaginación para resolver los problemas que, como ciudad, compartimos; para definir, entre todos, un proyecto común de ciudad que nos reúna y nos guíe más allá del corto plazo, infundiéndonos tranquilidad e ilusión. Lo valioso de la experiencia fallida de la candidatura a Capital Cultural de Europa en 2016 fue la alineación de todas las fuerzas ciudadanas en torno a un objetivo compartido. Necesitamos metas. Y no se trata de mirar lo lejanas e inalcanzables que puedan parecernos, sino de dar los primeros pasos con seguridad, romper el miedo, superar la angustia y ponerse en marcha.

¿Por qué esta llamada? ¿Por qué ahora? Antes de la crisis actual de la covid-19, Córdoba presentaba, como otras muchas ciudades, luces y sombras: nuestra normalidad era el patrimonio histórico, el turismo de una sola noche, los eventos culturales, un sector sanitario de referencia, la gastronomía y la agricultura... Pero también el paro crónico, la contaminación, la amenaza del cambio climático. La aparición repentina del coronavirus, que nos mantiene a día de hoy confinados, nos ha llevado a sacrificar esa normalidad para garantizar la continuidad vital y social.

La crisis de la covid-19 ha devuelto a las instituciones públicas al centro de nuestra atención, recordándonos su sentido primero y último: gestionar el bienestar ciudadano (máxime en escenario de pandemia) y la salida de la crisis económica. Ante la dificultad del reto, necesitamos más que nunca instituciones fuertes, ágiles y con capacidad de guiar con solvencia la nave social.

Esta solvencia, que es otra manera de denominar a la confianza, debe conseguirse a través de una nueva manera de práctica institucional basada en la transparencia y el buen gobierno (Meneu y Ortún, 2011): transparencia, para informar sobre la manera de tomar decisiones que afectan al conjunto de la ciudadanía (datos, posibilidades, riesgos, ejemplos parecidos en otras ciudades...); y buen gobierno, para administrar desde la evidencia y el estudio de experiencias de referencia, que no tenga miedo a la innovación, que impulse un conocimiento exhaustivo y extenso sobre la realidad de la ciudad, que adopte por sistema una actitud de «escucha activa» de la ciudadanía. Saber cómo se toman las decisiones y notar que se puede influir en ellas hace que una sociedad esté más satisfecha y confíe más en sus gobiernos (European Social Survey, 2016).

Por otro lado, la ciudadanía debe corresponder con responsabilidad y cooperación, ofrecer empatía ante la dificultad de la gestión de lo público y aportar su talento y creatividad para definir, de la mano de sus instituciones, ese proyecto común que necesita Córdoba: que sea un pacto generacional, que retome los proyectos válidos interrumpidos, los actualice y los proyecte al futuro, apostando de una vez por la continuidad y la memoria frente a la ocurrencia o la tecnocracia.

El encuentro La transformación de las ciudades organizado por la plataforma El día después será... (http://diadespues.org) el pasado 29 de abril reunió a 14 alcaldes y alcaldesas que hablaron sobre las estrategias en materia de economía, movilidad y protección social. No es momento de planes estratégicos ni operaciones publicitarias de comunicación. El filósofo y escritor John Hawkes señala, en su libro del mismo título, que los cuatro pilares de la sostenibilidad son el desarrollo económico, social, ambiental y cultural. Los Objetivos para el Desarrollo Sostenible y la Agenda 2030 señalan el camino. Algunas ciudades se han puesto en marcha. Las miramos con envidia.

Córdoba afronta retos vitales. Sería dramático pretender una vez capeada la crisis sanitaria volver sin más a la situación de partida creyendo que lo peor ya ha pasado. Como dice el filósofo Paul B Preciado. «Es preciso negarse a volver a la normalidad porque la normalidad es el problema, no la solución».

Este pronunciamiento colectivo está firmado de manera personal por diferentes ciudadanos y ciudadanas implicadas de alguna manera en organizaciones que trabajan por el bienestar y la mejora de la ciudad. Su firma no presupone el aval de esas organizaciones a este documento.

* Firman este artículo:

-Juan Serrano Muñoz, artista y arquitecto, Equipo 57

-Juana Castro Muñoz, escritora y poeta

-Cristina Bendala García, arquitecta, cuidadora de un jardín

-Anna Freixas Farré, psicóloga, profesora doctora y escritora

-Juan Salado Soto, adjudicatario del Palacio de Congresos de Córdoba

-Juan Eusebio Benito Pérez, Decano Colegio Oficial de Arquitectos de Córdoba

-Ana Zamorano Arenas, Amigos de Medina Azahara

-Isadora Donnier Muñoz, Asociación Galea Vetus

-José Castillo Navarro, XUL Comunicación Social

-Pablo Gallego Sevilla, Estudio Pablo Gallego y ARDE

-Juan Bolaños Jurado, Estudio Pablo Gallego y ARDE

-Curro Crespo García, amasce y ARDE

-Antonio Lara Morcillo, amasce, ARDE y Colegio Oficial de Arquitectos de Córdoba