El crowdfunding es un término inglés usado para referirse a la financiación colectiva, en castellano micromecenazgo «financiación de masas», es decir un grupo de personas apoyando económicamente un proyecto. Esta cooperación colectiva consigue financiar un determinado plan a la par de potenciar el espíritu emprendedor humano. El crowdfunding puede ser de acciones participativas, inversión, préstamo y de donaciones a titulo gratuito, poniendo este último de manifiesto, valores como la solidaridad, empatía, y participación altruista en general.

En tal sentido, esta herramienta nos anima a todos en medio de la reclusión, a vislumbrar iniciativas como las llevadas a cabo por Carlos Llorente, un antiguo paciente del Hospital Puerta del Hierro de Madrid, quien luego de 14 días ingresado y curado de coronavirus retribuye su agradecimiento, organizando toda una red para comprar material sanitario no solo para el hospital donde alcanzó su curación sino para otros dos centros. Con este impulso se han logrado comprar 3.600 mascarillas de la gama más alta y dos ecógrafos para los tres hospitales públicos.

Así que el cambio de paradigma fruto de esta crisis nos plantea un horizonte de nuevas formas de organización y coordinación ciudadana; multiformes vías para alcanzar el bienestar común. Hay mucho por transitar más allá de la barrera de la resignación y la queja, ¡fuera el desánimo!, ¡adiós hermetismo estéril! En tal sentido, y a propósito de la convergencia del confinamiento y la Semana Santa, recuerdo la conversación con un amigo costalero, quien me expresaba el sin sentido de su vida sin el sacrificio de portar una imagen religiosa, a lo cual le respondí, si quieres ahora ofrecer un sacrificio agradable a Dios estás a tiempo: 1) abandona la queja, hay mucha gente necesitada y trabajo por hacer incluso desde casa y 2) no ignores lo que la carta a los hebreos 13:16 dice: «No se olviden de la solidaridad y de hacer el bien, que tales sacrificios son los que agradan a Dios».

* Profesor y cronista