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CARTA ILUSTRADA

El aislamiento de los mayores

La sociedad vive ahora en su conjunto la reclusión obligada que han vivido muchas personas de edad avanzada

Por desgracia por el coronavirus la sociedad va a comprobar en sus carnes lo que es un confinamiento no deseado. Cuando los pensionistas reclamamos, ascensores, rampas o acompañamientos para evitar el encierro de nuestro colectivo que debía quedarse internado en su vivienda por no tener medios para abandonarla, los mayores no lo hacemos por hacernos notar ni por vivir mejor, no, lo pedimos porque el aislamiento en nuestras viviendas y más si estamos solos, produce angustia, miedo y depresión. Es como estar en la cárcel sin merecerlo.

Estamos comprobando cómo la humanidad tiene que tragar, día a día, la medicina que tanto tiempo ha consentido y aun sigue tolerando se tomen los longevos, pues estos por su edad y falta de independencia han debido estar encerrados en sus casas y no podían evitarlo pues nadie les atendía.

Ya dijimos que la soledad impuesta es una lacra padecida por los mayores y es ahora cuando la sufre toda la población, el momento en el cual los políticos y los ciudadanos debemos hablar el mismo idioma, dándonos cuenta del deber ineludible de mitigar ese problema lo más posible llevando a cabo políticas sociales.

Todas las catástrofes sirven para sacar conclusiones y no volver a caer en los mismos errores que la produjeron o incrementaron. La falta de recursos en la Sanidad Pública, minimizar el presupuesto en Investigación o en el Estado del Bienestar y Dependencia, son algunos de los pilares fundamentales que ahora lamentamos no haberlos provisionado suficientemente, pues se hubiese paliado en gran manera esta catástrofe que todos sufrimos y los mayores más. Vivamos con la esperanza de salir pronto de esta pesadilla que hoy nuestro cuerpo siente.

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