Mañana terminan los patios, esa fiesta que es una reiteración de recorridos y de miradas pero que tiene tanta esencia y atractivo que turistas de todos los países recorren a pie la ciudad de Córdoba en busca de la belleza que, en definitiva, cada cual se fabrica. Al atardecer, cuando el sol no quema sino que es la luz que enciende las calles, el cielo, el silencio y la ausencia de ruido de coches --un milagro por algunas zonas- nos traslada a escenarios del pensamiento donde el ser humano se encuentra consigo mismo. Por Barroso, plaza de San Juan, Leopoldo de Austria, Valladares, en el momento de casi el final del día hay tanta soledad fecunda que es como si nos hubiesen dejado poner un pie en el Paraíso. Vuelves por la mañana, camino de la Casa del Indiano y los patios de la Judería, y ves que a esas horas lo que funciona es el ruido productivo, el de las máquinas que van construyendo la vida. Menos el de esa moto que a punto ha estado de atropellar a un turista en la plaza del Indiano o de esa bicicleta cuyo conductor sigue sin bajarse por la calle Romero en dirección contraria y en mitad de un tumulto de turistas. No es este, tiempo de final de patios, momento para las quejas, que la belleza anda de por medio y te la puedes encontrar por la calle Judíos, esencia de la personalidad de Córdoba, pasando por la Casa Andalusí, la taberna Guzmán, el Museo de la Alquimia, la Casa de Sefarad, la Sinagoga, el Zoco artesanal de más de 60 años, el patio de la capilla mudéjar de la iglesia de San Bartolomé frente a donde el pintor Pedro Bueno tuviera su casa... El patio de la Facultad de Filosofía y Letras une la sabiduría estudiantil con la despreocupación de algunos turistas, que vienen solo a echarse una foto sin aprender a contemplar la flor, como algunas del patio de Cáritas del Sagrario. «Es que tenemos que demostrar que hemos venido», justifican. En uno de los patios de la Casa Árabe solo hay silencio, árboles y cielo, efectos especiales con los que se adorna la belleza. Pero alguien ha referido que el club de fútbol de Córdoba cayó el domingo pasado al pozo de la Segunda B. Parece que el cielo se oscurece. O será que se acaban los patios.