Cuando Córdoba nos ofrece la cara más amable y alegre de su explosiva primavera, esa que nos distingue ante el mundo por sus fiestas y la belleza de sus patios (que ahora son vergeles intemporales)... en estos días de principios de mayo que transitan hacia la feria, diversos colectivos ciudadanos han celebrado el Día del Trabajo, así como la festividad eclesial de San José Obrero. Los sindicatos y las entidades católicas, como la Iglesia por el Trabajo Decente, o bien los departamentos de Pastoral Obrera, han convocado sus propios actos reivindicativos para conmemorar dicha celebración. Ha sido cada una de ellos una oportunidad para sumarse al internacionalismo proletario, para aportar compromiso humano en el diálogo sobre el papel que ha de jugar el trabajo en la construcción de un mundo más humanizado.

En estas mismas fechas, la HOAC, como movimiento especializado de la Acción Católica, también celebra su propio Día en cada una de las diócesis en las que esta organización tiene presencia. Porque, como bien afirma el Papa Francisco, «buscar una sociedad más justa no es un sueño del pasado sino un compromiso, un trabajo, que hoy tiene necesidad de todos». En nuestra diócesis, la Hermandad Obrera de Acción Católica, para ellos mismos y para quienes deseen asistir a tal evento, representarán ante la ciudadanía cordobesa su llamada Pasarela de la Precariedad. En la mañana del 11 de mayo, a las 11,30 horas, se darán cita en el Bulevar del Gran Capitán, delante de la iglesia de San Nicolás de la Villa, para marchar después en manifestación hasta la Real Colegiata de San Hipólito, donde compartirán una eucaristía; al término de la misma, asistirán a un ágape-convivencia en las Hermandades del Trabajo.

Con dicha acción simbólica y reivindicativa, estos militantes católicos quieren dar testimonio de quienes a diario acompañan en sus vidas a los más empobrecidos del mundo obrero cordobés, así como poner de manifiesto que en nuestra diócesis también son posibles otras formas de vivir que sean una alternativa a esa cultura individualista, hedonista y materialista en la que en no pocas ocasiones nos vemos todos inmersos. Ellos no constituyen en sí un sindicato; tampoco una organización política al uso; ni una cofradía más de las muchas que existen en nuestra diócesis dedicadas a una mera asistencia caritativa o cultual al amparo de alguna de las advocaciones que la Iglesia instituye entre los cristianos más tradicionales y populares. Aquellos, para mí, constituyen algo bien diferente: son, por así decirlo, la misma vanguardia de la institución romana, la que hoy representa la presencia del mundo obrero de Nazaret en la realidad trabajadora contemporánea, la misma que se solidariza en sus luchas y reivindicaciones para reconocer la dignidad del mundo del trabajo. En cierto modo, los militantes de la HOAC son como los apóstoles obreros que hoy protagonizan, y de forma muy activa, la construcción de una sociedad más justa y fraterna.

Porque la HOAC, ante todo, y desde el primer momento de su andadura, tras el encargo del Papa Pío XII al Cardenal Plá y Deniel a mediados de los años cuarenta del siglo pasado, es justamente eso; en su formulación primigenia, ya quedaba claro en su ADN fundacional que sus tres grandes fidelidades eran a Jesucristo, a la Iglesia y, cómo no, al propio Mundo Obrero, al que ellos acompañan, sin atreverse en ningún momento a representar. Por eso mismo tienen la legitimidad adquirida, por su fe, para anunciar en el mundo del trabajo, con palabras y hechos muy sencillos, la Buena Noticia de Jesús de Nazaret y de su gran mensaje liberador. Y, al mismo tiempo, como militantes obreros que son, para llamar al compromiso social transformador de las personas mediante un análisis de las causas de la pobreza que incluya una denuncia expresa de la injusticia, a fin de ayudar de ese modo a poner en práctica el mensaje del propio Evangelio. Todo ello acompañando en su vida a las personas, colaborando al cambio gradual tanto de las instituciones como de la mentalidad que impregna nuestra vida colectiva, a fin de ir construyendo entre todos una sociedad más justa e igualitaria que dé visibilidad a todas esas experiencias alternativas que definen la forma de ser y de trabajar de su militancia de base.

Felicito, pues, en su Día a la HOAC, también a sus responsables, así como a todos los miembros y a los presbíteros que los acompañan en la diócesis, especialmente a los consiliarios Rafael Herenas y Domingo Ruiz Leiva, quienes de forma sencilla saben llegar hasta los sectores más desfavorecidos con el fin de llevar al mundo del trabajo no solo la justicia social sino también a una «Iglesia pobre, y servidora de los Pobres».

* Catedrático