Según las estimaciones, estamos ante una campaña de recogida de aceituna, la 2018-2019, que puede ser histórica en cuanto al volumen de producción. Algunas estimas apuntan a que se van a sobrepasar los aforos. Las condiciones meteorológicas favorables junto al crecimiento de la superficie cultivada conducen a pensar en ello.Sin embargo, estas mejores expectativas de producción, que son buenas noticias a priori, también traen la duda ante la duda que tienen los productores y comercializadores sobre el factor precio que se podrá manejar en las próximas semanas y meses. Porque el aumento de la producción no va a venir, presumiblemente, acompañado del suficiente crecimiento del consumo que permita equilibrar la oferta y la demanda. Si crece la oferta más que la demanda, en condiciones de libre mercado, las leyes económicas vaticinan que el precio bajará.

Ante este reto, es necesario plantearse la definición de una estrategia del sector, del territorio si realizamos una verdadera apuesta, en la que se impliquen los agentes públicos y privados. Andalucía, como territorio que mayor producción aporta al mercado mundial del aceite, tiene que definir su propia estrategia y formar un frente unido que ofrezca soluciones a los grandes retos de un producto tan emblemático como es el aceite de oliva.

En esa estrategia tiene que abordarse de una vez por todas un compromiso cierto con la calidad del producto por encima del rendimiento y el volumen. Tenemos que hacer una apuesta conjunta por la excelencia. Tenemos todos los factores a favor: la experiencia, el tejido empresarial, técnicas de innovación, unos agentes comercializadores que han avanzado de forma decidida en los últimos años. Andalucía tiene que ser el referente mundial del aceite de oliva virgen extra de excelencia. Si le incorporamos además el concepto de sostenibilidad, consolidando el modelo de producción ecológico, seremos imbatibles.

No puede ser el aceite un producto reclamo en el sector de la distribución de alimentación. Que las grandes cadenas lo sigan así utilizando demuestra una ausencia de conciencia sobre lo que significa el olivar y el aceite para esta tierra. Es inaceptable que el oligopolio de las cadenas minoristas haga este flaco favor a un sector que genera miles de empleos y es el motor de muchos municipios andaluces.

Valorar este producto de importancia histórica, reconocido y con un potencial aún desconocido en el futuro debe impregnarse en la sociedad. Concienciar, educar a la ciudadanía en su conocimiento debe ser tarea de todos. Tendría que ser obligatorio que los niños y niñas andaluces aprendan de aceite en el colegio. Conocerán la fuente de riqueza de muchos de sus vecinos, quizás sus propias familias. Conocerán de su historia y sus tradiciones. Se impregnarán de hábitos saludables. Construiremos futuro en definitiva.

Y en ese futuro, tenemos que reflexionar hacia dónde vamos y cual debe ser nuestra manera de utilizar nuestro territorio, nuestros recursos, nuestro patrimonio. Debemos plantearnos si el olivar superintensivo, aunque optimice la cuenta de resultados a corto plazo, es el mejor favor que le podemos hacer a nuestro suelo y a nuestros nietos.

El modelo de olivar tradicional ha superado siglos de sequías y cambios a su alrededor. No seamos inconscientes, identifiquemos lo importante porque el olivar tiene que seguir formando parte del futuro de nuestra querida Andalucía.

* Presidente Fundación Savia