Reflexiona María Olmo sobre las sensaciones que dejan tres de las noticias de la última semana, que «hacen pensar que Córdoba tiene el pulso algo débil», e instintivamente te encuentras con una idea «familiar» por lo precisa y visual. La intensidad de las pulsaciones depende ya del punto de vista de cada cual, pero que a la ciudad le falta pulso es una realidad tan compartida por tantas personas, situaciones y todo tipo de indicadores socioeconómicos, que resulta imposible abstraerse de ella.

Con su permiso, hago yo esta reflexión tras la suya mirando desde el punto de vista de la iniciativa privada, de las empresas. Desde el punto de vista de una iniciativa privada que no tiene filiación política --esto es el siglo XXI aunque haya quien insista en vivir en la utopía filosófica del XIX-- y que está en las empresas de mudanzas, en las que han desistido de acudir al concurso del Palacio de Congresos --en efecto habría que preguntarse porqué y más en una ciudad en la que dicha actividad tiene muy buenos empresarios y profesionales--, y en ese extraordinario proyecto virtual llamado Córdoba como centro logístico.

Y miro desde el punto de vista de quienes dicen desde hace mucho tiempo con gran unanimidad que Córdoba no es una ciudad amigable para las empresas y la actividad empresarial; que el arbitrio y la suficiencia política y administrativa forman parte de la cultura pública, que mira a la privada con recelo, sospecha y desdén; y que solo se promueven las empresas que son «tuteladas» --se admiten todas las lecturas sociológicas y psicológicas sobre el concepto-- de alguna manera por las administraciones o se soportan las que tienen músculo suficiente -la inmensa mayoría gracias a mercados exteriores- con el que sustentar su actividad.

Sí, hay malos empresarios, igual que hay también malos políticos, malos profesionales de todo tipo y en todas las instituciones... Pero no se trata de eso, de reducir la arquitectura institucional y social a los defectos individuales de casos evidentes y obviar los valores colectivos de quienes hacen sociedad, que son muchísimos más y que son quienes la sustentan.

Se trata, simplemente para empezar, de poner las cosas fáciles, es decir, ayudar, es decir, colaborar --querer-- para que el pulso coja ritmo.

* Periodista