El Partido Popular termina hoy la primera fase de un proceso electoral interno para decidir la persona que va a ocupar la presidencia del partido a partir de ahora. Menos de un diez por ciento del censo oficial de militantes populares se ha inscrito para esa votación de la que saldrían, de una parte, dos candidatos a la presidencia y, de otra, los compromisarios al Congreso Nacional. También pudiera ser que uno de los candidatos obtuviese más del cincuenta por ciento de los votos y quince puntos de diferencia con el segundo, o resultase ganador en más de la mitad de las circunscripciones provinciales. Esto no parece fácil así que, lo más probable, es que sean dos los candidatos sobre los que tengan que decidir los compromisarios, que podrían, o no, respaldar la opción mayoritaria de los militantes. Esto es una descripción pero, como en las encuestas, no es una predicción. Ahora mismo es difícil o imposible saber qué candidato va a obtener a lo largo de la jornada de hoy el apoyo mayoritario de los militantes. De todas formas, y según se ha venido desarrollando la campaña, los aspirantes con más posibilidades se resumen a tres, que son, María Dolores de Cospedal, Soraya Saénz de Santamaría y Pablo Casado. En función de lo que hoy ocurra se verá la posibilidad de llegar al Congreso con una candidatura única que armonice las aspiraciones de quienes sean los dos primeros clasificados. Aunque atendiendo a las declaraciones de todos ellos no parece fácil el consenso.

La verdad es que este proceso , iniciado por sorpresa, después de la pérdida del poder gubernamental por parte del PP, tras el inesperado éxito de la moción de censura presentada por Pedro Sánchez y que, en contra de los primeros pronósticos, consiguió desalojar a Rajoy de la Presidencia del Gobierno y al PP del poder en España... Algo así nunca se había producido en la política española. Es decir, que en una semana los hasta entonces presidente y ministros del Gobierno, además del complejo entramado de cargos públicos gubernamentales en todas sus escalas, estuviesen abandonando sus despachos, ha sido un acontecimiento que nunca habíamos vivido los españoles, acostumbrados a que los cambios en el poder se llevasen a cabo después de unas elecciones y con un periodo de transición regulado que daba tiempo a la adaptación administrativa. Y, sobre todo, a la adaptación psicológica. Esta vez ha sido totalmente distinto, de repente todos se han ido, y todos han llegado o están por llegar.

A nivel partidista, se ha producido también un efecto parecido, después de que el presidente Rajoy se haya marchado en un insólito silencio, y haya dejado abierto el camino de su sucesión, sin un previo dedazo, algo insólito en la historia del PP. Esto, a medio y largo plazo, debe ser bueno y era necesario. Pero ha tenido un efecto inmediato de desconcierto porque el partido no estaba preparado mentalmente para un desafío interno como el que se ha producido. No se estaba preparado para esto y de ahí que, de un censo oficial de más de 800.000 militantes --probablemente cierto, pero no actualizado, y por tanto inservible-- menos de setenta mil se hayan inscritos para votar hoy. Esto demuestra que, de una parte, se ha producido una desilusión partidista y, de otra, hay una evidente falta de implicación en un proyecto de futuro.

Lo que hoy ocurra, lo que salga de esas votaciones, no cabe duda de que será importante. Pero mucho más lo será a partir de hoy y de lo que ocurra en el Congreso de final de mes. Porque, lo más seguro es que el PP, pase lo que pase, ha entrado en una nueva etapa, en una dimensión diferente en la que los militantes deben ser conscientes de que su papel no está reducido al voto en unas elecciones, ni a aplauso obligado en los actos de partido. Muchos, la mayoría, se encuentran todavía desconcertados por lo que ha ocurrido en los últimos días pero, al menos una parte de ellos, saben o deben saber que, si quieren, el futuro está más en sus manos, mucho más que antes. Tendrán que cambiar de costumbres, pero tampoco es tan difícil, si se dan cuenta de que hoy el Partido Popular ha cruzado una frontera.

* Director del Colegio de España en París