Para mí ha sido un notición que la Real Academia Española haya decidido bendecir la palabra botellón incluyéndola en el diccionario, que vaya dos décadas de sufrimiento con la palabrita. Por un lado, con lo de las comillas, que cuando la RAE aceptó el término movida, todo el mundo dejó de usarlo para hablar de botellón. Y en segundo término, porque botellón es de esas palabras con sesgo político según se está en el gobierno o en la oposición y que marean a los periodistas, como ahora lo es metrotrén-cercanías, valorizar-incinerar residuos o gobierno local-cogobierno. ¡Qué razón tuvo la concejala popular Amelia Caracuel el lunes al decir que «lo que antes se llamaba botellón, ahora son incidentes sin importancia o que la ciudad está de fiesta»! Y hasta se quedó corta, porque eso viene pasando hace más de dos décadas. Cuando gobernaba el PP la ciudad se decía que «en la Feria no hay botellón». Claro, porque estaba al lado. Mientras que con Rosa Aguilar de alcaldesa se habilitaron cuatro botellódromos a los que se llamaban «zonas de encuentro juvenil nocturno».

El caso es que la RAE ya define botellón como «reunión al aire libre de jóvenes, ruidosa y generalmente nocturna, en la que se consumen en abundancia bebidas alcohólicas». Ahí va: las cosas, por su nombre. Ahora queda llamar así de clarito, no al problema, sino a las soluciones. Un técnico municipal me dijo una vez, aunque advirtiendo que jamás lo repetirá en público, que se podría acabar con el botellón en tres días: «Se ponen multas para que paguen los padres y verás como les dejan todo muy claro a los chavales antes de salir». Me recordó el chiste de Gila: «Antes había comunicación entre padres e hijos. Mi padre me decía ‘como vengas después de las 10 de la noche, te reviento la cabeza’. ¡Y yo le entendía!», ironizaba el humorista.

Quizá la fórmula sería eficaz, aunque no rentable ni política ni electoralmente. Pero si el problema es cómo llamar a «una multa que se caga la perra si el chaval bebe» siempre podemos denominarla «sanción incentivadora de la comunicación intergeneracional», por ejemplo.