España tiene un nuevo presidente de Gobierno y nihil novum sub sole . Asumido queda que el poder fáctico descansa en los mercados. Una suerte de hombres del saco que al final no se sabe bien si son reales o se trata de personajes de Hollywood.

A lo largo de la Historia, el hombre ha sido llamado de distintas maneras, dependiendo del poder al que ha respondido. Así, en el Antiguo Régimen se hablaba de súbditos, pues se respondía a un ente superior, llamado rey, de designio divino. Tras las revoluciones liberales, el hombre se auto denominó ciudadano porque se pensaba con la legitimidad de regir su nación a través de gobernantes designados por el propio pueblo. Sin embargo, con la globalización se alzó como nuevo régimen imperante. En este proceso, el ciudadano pasa a ser conocido como consumidor-usuario y pierde en buena medida esa soberanía política.

Sin embargo, el nuevo modelo vigente permite al hombre hacer diariamente una manifestación democrática. El consumidor escoge dónde invertir su capital. Con esta premisa, grandes multinacionales brotan en las ciudades de todo el mundo ofreciendo una oferta suculenta inspirada en el consumo masivo: como muchos clientes harán uso de un producto, se puede rebajar a mínimos el precio. En consecuencia, este modelo va en detrimento del comercio tradicional.

En Córdoba, el ejemplo más significativo ha sido la erradicación de los llamados veinte duros . Negocios familiares con una amplia oferta a un precio relativamente bajo. Pero aparecieron otras tiendas de inversión extranjera con una oferta más asequible. Y así, en todos los sectores --electrodomésticos, muebles, vestido--, lo cual ha potenciado la fuga de capital hacia el extranjero. Las multinacionales crean puestos de empleo, cierto es. Pero se trata de lo que los americanos llaman McTrabajos : muchas horas y pocos estímulos.

El comercio tradicional genera ingresos directos para el comerciante local y se crea una red secundaria de transportistas, comerciales, proveedores, etc. Puestos de trabajo para los cordobeses que incrementa el poder adquisitivo de la ciudad, amplía las posibilidades de consumo y que surjan nuevas oportunidades de negocio. Manteniendo la apuesta por el consumo de productos locales, se desarrolla el tejido empresarial cordobés.

El objetivo último debe ser lograr la industrialización de Córdoba a lo cual solo se llega comprando los productos de la tierra que si son más caros es porque los operarios de las fábricas tienen derechos laborales, a los cuales, por mera cuestión ética, no se debe renunciar. Es más, esto sí que lo deberíamos pagar entre todos y no los rescates a las bancas. Por eso, más que saber qué papeleta coger y depositar en la urna, hay que saber dónde y qué comprar. Así se consigue escapar del hombre del saco y devolver un poco de poder al pueblo.

* Periodista